AVISO IMPORTANTE

El blog es de contenido adulto, eso no significa que no haya obras para todos los públicos, que las hay. Pero en su mayoría es más fácil encontrarse con algo que sea adulto. Para ello está el apartado de "ETIQUETAS" en las que el blog se divide dependiendo de la temática de lo publicado. Es tan sencillo como que: si no te gusta algo no te maltrates a ti mismo y no lo leas. Todo comentario fuera de sitio, de mal gusto o contra mi persona será eliminado sin aviso previo.

jueves, 30 de junio de 2011

Kuroshitsuji VIII



Me apoyé en la puerta y me quedé allí sentada mirando hacia el cielo nocturno a través de la ventana. Mi cabeza estaba apoyada también en la puerta y cuando oí que los pasos al otro lado de la puerta desaparecían apoyé mi codo derecho sobre esa misma rodilla y dejé caer mi cabeza en la palma de mi mano.

-¿Por qué se acercó tanto…?- Busqué a Kuro por mi habitación, pero no estaba. A pesar de que se había acostumbrado a subirse a mi cama y esperar mis caricias, no estaba en aquel momento.-Quiero abrazar a Kuro…- Me levanté del suelo y abrí por completo las cortinas, me senté en la cama y me abracé a un peluche.

Mientras más intentaba explicar aquella situación más fuerte se volvía la sensación de calor dentro de mí, pero me negaba a abrir la ventana o soltar aquel muñeco; cuanto más intentaba deshacerme de los recuerdos pensando en cualquier otra cosa, ellos regresaban con muchísima más fuerza, como en aquel sueño. Aquel sueño era la peor de mis dulces pesadillas, que tenía por nombre Sebastian Michaelis.

Después de un rato, tocó a la puerta dos veces. Me sobresalté y la miré esperando lo peor.

-Señorita, voy a entrar…- Tras decirlo entró sin más, me miró y se acercó lentamente. Al verlo me alarmé y le tiré el peluche.

-No te acerques más.- Iba directo a la cara, pero lo cogió con la mano izquierda y continuó acercándose hasta quedar junto al borde la cama.

-Es ya muy tarde, debería acostarse y dormir.

¿Crees que puedo dormir? ¿Crees que estaría aquí si pudiera dormir? Ambas preguntas aparecieron en mi mente pero fueron incapaces de salir. Agradecí no hacerlo de nuevo. Su mano derecha se paseó por mi cabeza y cuidadosamente alzó mi cara para que lo mirara. Aquellos ojos estaban clavándose de nuevo dentro de mí, estaban de nuevo mirando mi alma, mis pensamientos, todo lo que quería. Una gran sonrisa se apoderó de su rostro.

-Me pregunto si debería…- se acercó mucho, hasta quedar a escasos centímetros de mis labios, sus ojos seguían mirándome fijamente, subió una rodilla al borde de la cama y se apoyó en la cabecera de ésta con su mano izquierda- … Hacer algo para complacerla.

Sus ojos, sus ojos se encendieron con intensidad de ese rojo demoníaco; estaba muy cerca. Seguía sosteniendo mi rostro y sonreía mientras sus palabras inundaban mis oídos y mi cabeza. Sólo con aquella frase ya había encendido más aún mi cuerpo, noté cómo el calor subía a gran velocidad hacia mi cara.

-N-no…- dije con dificultad mientras mis ojos se entrecerraban solos.

-Pero su cuerpo me ordena lo contrario, señorita…

Maldito demonio, lo odiaré siempre por no obedecer aquella orden.

Su mano derecha que sujetaba mi rostro resbaló por mi barbilla, garganta, pecho, rodeo mis caderas y saltó al muslo de mi pierna izquierda, hasta parar en seco segundos después. Su sonrisa no desaparecía, tampoco aquellos ojos brillantes.

-¡Oh!- dijo mirando aquella mano- si sigo así me temo que mis guantes acabarán ensuciándose-

¡¡Maldito pervertido si vas a hacerme de todo HAZ LO YA!! … Pero siquiera pude abrir o cerrar mis labios ni un solo milímetro. Las cortinas se cerraron de repente al igual que la puerta, al principio sólo podía ver aquellos ojos que brillaban intensamente, poco después continuó su camino con aquella deseada mano intrusa.

-Discúlpeme de nuevo si no soy gentil.

No me importaba, ciertamente merecía cualquier dolor por estar haciendo aquello en ese momento. Mis manos buscaron su rostro y mis labios lo besaron mientras mi cuerpo se estremecía y acallaban los primeros gemidos jugueteando con la lengua de aquel demonio. Me abracé a su cuello. Sentía que aquellas manos deslizaban los pantalones cortos de mi pijama y también mi ropa interior.  Mi cuerpo se resbaló un poco en la cama al deshacerse de aquellas prendas. Entonces me quedé prácticamente acostada en la cama, separada a la fuerza de sus labios y de nuevo mirándolo. Mis ojos se habían acostumbrado a la oscuridad y podía ver ahora toda su figura. Se acercó de nuevo.

-Y bien ¿por qué no continúa por dónde se había quedado en el pasillo?- Aquella sonrisa no desapareció. Él no debía disfrutar con ello, sin embargo, estaba allí, tentándome de aquella manera, como el demonio que era. Seduciéndome.

No puedo asegurar si fue sólo un pensamiento o lo dije en voz alta, pero se dio por aludido tras aumentar aquella sonrisa más ampliamente: “Te odio…” Abracé su cuello con mi mano izquierda y me impulsé para besarle mientras, de nuevo, desabrochaba el nudo de aquella corbata deshaciéndome de ella, quité su chaqueta y desabroche su chaleco dejándolo caer fuera de la cama. Desabroché lentamente cada uno de los botones de la camisa con ambas manos mientras él mantenía su mirada fija en mí. Coloqué mis manos en el pecho de Sebastian y cogiendo la camisa con los dedos índices deslice la mano por la piel del demonio hasta que cayó suavemente por sus brazos y cayendo, finalmente, sobre la cama la dejé a un lado.

Sebastian subió totalmente a la cama intercalando una de sus piernas entre las mías. Deslizó sus manos dentro de mi camisa y con cuidado me despojó de ella alzándome hasta quedar sentada. Cuando abrí los ojos su mano rodeaba mi rostro, su dedo pulgar rozaba mi labio inferior.

-No debería dudar en un momento así, señorita…

Pero… ¿Él estaba a gusto haciendo eso? ¿Debería seguir a pesar de todo? Sebastian, ese demonio al que, por alguna razón que no llegaba a entender, había llegado a amar sin darme cuenta. Ese ser que me hacía odiarle y me hacía reír, el mismo que me protegía y me mandaba hacer trabajos y a ensayar como si fuera un castigo en vez de aquello que era mi obligación.

-Será un problema mañana si no rinde en el ensayo… Y en este estado es obvio que no puede dormir.- Se estaba riendo de mí, pero no estaba diciendo ninguna tontería. Todas sus palabras tan calculadas, cada sílaba con una razón para ser dicha.

Me apoyé sobre mis rodillas y seguí desabrochando el cinturón de Sebastian, el pantalón, hasta deshacerme de toda su ropa. Me quedé unos segundos sin saber muy bien que hacer, él enseguida tomó las riendas de la situación; me tumbó en la cama y deshizo la misma en un movimiento muy rápido dejándome caer con suma delicadeza. Se apoyó con ambos brazos a los lados de mi cabeza y me miró de nuevo sonriéndome.

-Seré muy gentil.

Abracé la espalda de Sebastian mientras esperaba con ansias aquella penetración, no habría por qué ser gentil, no había nada que obstaculizara su entrada; y comenzó a balancearse mientras sentía como entraba y salía de mí.

-No me esperaba esto de usted señorita.

-Nunca preguntas-te - dije lo más seguido posible, intentando calmar los gemidos para poder hablar bien, pero fue imposible. Cuanto más intentaba acallarlos más fuerte era el placer que me producían sus embestidas, eran incluso mejores que como las había soñado. Me abracé muy fuerte a él. En aquella noche, en aquellos momentos era sólo a mí a quien podía ofrecer aquel placer indescriptible. Me llenaba, me colmaba gota a gota, segundo a segundo, como un vaso que cae… y cuando pensé que iba a romperme él paró en seco y al abrir los ojos me estaba mirando muy fijamente y algo extrañado.

-¿Qué…?- No pude terminar la frase, enseguida se dio cuenta que yo había notado su gesto y volvió a sonreírme. Salió de mí y me giró. Levantó mi cuerpo al límite del éxtasis y me puso de espaldas a él, apoyándome en la pared que daba a la cabera de la cama. Su mano izquierda resbaló por mi costado izquierdo sintiendo también el inicio de sus uñas, dibujando mi contorno, cruzándose por mi abdomen repasando mi obligo y rodeando mi cadera derecha dónde se haya aquel contrato.

-Lo recuerda ¿verdad señorita?, su alma será mía… Mientras tanto- giré mi cabeza hacia el lugar de dónde provenía su voz; a mi izquierda. Su rostro estaba muy cerca y aquellos ojos habían vuelto a encenderse sin ocultar lo deseoso que estaba por que llegara ese momento.- yo seré sólo un simple mayordomo…-No dije nada, apoyé mi cabeza en la suya y puse mi mano sobra la de él tapando ambas marcas del contrato mientras ponía de nuevo en orden las ideas en mi cabeza y esbocé una ligera sonrisa.

-Sin embargo…- empecé aquella frase, pero él la terminó por mí, susurrándola en mi oído de nuevo de aquella manera tan sexy que tenía de expresarse.

-Sin embargo esta noche me perteneces por completo, Karen… ya no sólo tu alma tiene mi nombre, sino ahora también tu cuerpo son totalmente míos.- Mi nombre... era la primera vez que lo oía pronunciado por él... Excitante.

-Sebastian, según este contrato me perteneces a mí hasta el final de mi vida, ¿recuerdas?- Acerqué mis labios hasta el punto de rozarlos con los suyos mientras continuaba hablando, sólo de pensar lo que iba a salir de mis labios aquella sonrisa sólo aumentó.- ¿Desde cuándo dejas un trabajo a medias, Sebastian?- lo tenté con mi voz al igual que él había hecho conmigo; y aquellas palabras definitivamente afectaron de algún modo a mi querido Sebastian, sus ojos se apagaron y comenzó a embestirme de nuevo, más fuerte y salvaje que hacía un rato, y no sólo se conformó con eso, su mano izquierda me masturbaba mientras sostenía mi cuerpo con la derecha.

¿Qué era aquello que sonaba a mi espalda? ¿Sebastian estaba gimiendo? Y parecía estar sonriendo mientras yo volvía a inundarme con aquella sensación. El vaso que había sido parado en el tiempo ahora continuaba cayendo sin control, hasta que inevitablemente caí y me rompí en aquel orgasmo que se hacía notar en todo mi cuerpo. Sebastian lamió mi cuello mientras mi último gemido luchaba por salir más allá de la trampa de las cuerdas vocales por las cuales fue silenciado.

Mi cuerpo pesaba mucho y estaba muy cansada, mi respiración estaba muy acelerada, pero la de Sebastian también. Me acostó en la cama y me arropó con lo primero que encontró, después vi su última sonrisa tras sus “buenas noches”. Sentí como se sentaba en la cama y se ponía algo de ropa para abandonar más tarde la habitación.

jueves, 23 de junio de 2011

Más dibujitos ^^

Así es, hace poco hice unos cuantos coloreados más y quiero compartirlos con vosotros al igual que lo hago ya en la cuenta Deviant Art ^^ ... Qué.. por lo visto dudo que alguien lo haya visto -.-''

El caso es que me he aficionado a esto y me gusta mucho ^^ asique sin más os dejo unos cuantos coloreados más ^^
Aquí están los últimos, Sebastian y Ciel (Fan-Art de Yuuki15)

El siguiente y más reciente el Lizzy, de la misma serie Kuroshitsuji, pero esta vez en un scan sacado directamente del capítulo 57. (Autora Yana Toboso)

Y ahora algunos más que ya tenía de hacer unos meses ^^ éste, por ejemplo me gusto mucho como me quedó, es Lelouch de Code Gaess, (Fue un Fan-Art que encontré de zomgspongelolbob48 vía google/imágenes)

Y éste último de hoy, es un personaje de una compañera bloggera que me gustó mucho y decidí repasar su dibujo y colorearlo ^^
Looking for an Angel, esa es la historia que dio vida a este dibujo y su autora es Dinaoff ^^
Para más Info véase Aquí


Y esto es todo por hoy jóvenes seres (o no) de cibermundo y de los paseos ... nocturnos, matutinos, diurnos o por la tarde o ala hora que sea ... ^^ Como dicen los nippones...

Ya nee~~

Kuroshitsuji VII



Estaba sentada en la cama, mirando las sábanas y muy alterada. Recordé lo que había pasado la noche anterior y dejándome caer de nuevo en la almohada repasé lo que había pasado.

-El demonio apareció... entonces me bajé aquí… y…Mierda. Por lo menos no hice nada de eso… era sólo un sueño.- ¿Pero cómo iba a convivir yo ahora con ese HOMBRE después de haber soñado algo como ESO..?

Me forcé a levantarme, me quedé sentada en el borde de la cama con los pies en el suelo, miré el reloj. Las 9.05. Hice de tripas corazón y me levanté. Invadí el aseo de Sebastian y me lave la cara para después mirarme en el espejo.

-Más me vale guardar hoy la compostura…-

Salí de allí y me fui a mi habitación. Subí las escaleras, entré por el aseo hasta el cuarto de los trajes para coger algo de ropa, me fui al aseo y me duché. Agua fría, por favor. Estube un rato allí debajo del grifo recordando cada escena de aquel sueño, cuando me di cuenta el agua que caía ya parecía ser de la misma temperatura.

-Vamos, cálmate, maldita zorra… No puedes hacer eso con un demonio, hay una regla no escrita en tu conciencia que lo dice…-

En mi subconsciente se dibujó la frase: “De todas maneras no vas a ir al cielo…” Mi subconsciente me odiaba. 

Salí de la ducha para evitar seguir pensando en eso, me vestí y bajé al salón… Mi… mejor sueño o mi peor pesadilla, estaba allí esperándome; supongo.

-Buenos días señorita, hoy se ha levantado más pronto de lo normal ¿Un mal sueño?- La mirada de odio que le envié podría haberlo descuartizado lentamente hasta desangrarse y después sus restos deberían limpiar esa sangre. En otras palabras, no le contesté.

-¿Qué me vas a hacer para desayunar?

-Lo que deseé…- ¡JODER! ¿Por qué todo esa mañana me sonaba a pervertido? Me quedé quieta en el pasillo y simplemente le contesté.

-Unas tostadas con tomate… ¿Queda zumo?

-Poco, mañana mientras usted ensaya me pasaré por el supermercado a comprar.

-Está bien…

Encendí la tele para ver algo interesante, dejé el documental que hacían en la cadena nacional, esa que siempre hace documentales, esta vez era sobre ciencia, funcionamiento dentro del cuerpo, las neuronas, como reciben y envían información y un repaso a las células y demás.

Me senté en la mesa y esperé a mis tostadas y mi zumo. Una media hora después, subí a mi habitación y continué dibujando. Diez de los once que tenía estaban acabados, el problema iba  ser el de la foto de “Sebastian sexy.” Lo bauticé así. Debía eliminar el contrato y además evitar que se apreciara en la fotografía. Cosa básicamente imposible. 

Estuve mucho tiempo haciendo el boceto y sobre todo el fondo. A pesar de ser un marco de puerta y una pared, quería que fuera totalmente realista e idéntico a la foto. Oí que Sebastian subía y entraba a mi habitación, al aseo, se paseó bastante por la planta de arriba a excepción de la sala dónde yo estaba.

-Pronto estará la comida, señorita.

Me había olvidado de la hora de comer, estaba tan concentrada en el dibujo que me había olvidado de todo lo demás. Cuando pronunció la palabra “comida” oí a mis tripas llorar de felicidad de poder digerir algo pronto.

Después de comer aparqué el dibujo y me senté delante del ordenador. Abrí las redes sociales y actualicé mis estados y de paso dejé comentarios para dar constancia de que seguía viva. Estuve unas cuantas horas actualizando páginas y blogs en los que me gustaba ir contando un poco lo que hacía en mis ratos libres y cómo me organizaba el tiempo.

Me bajé el ordenador al salón. La verdad me sorprendí de los muchos comentarios que había recibido desde la semana anterior y me dediqué a contestarlos además de actualizar. La presencia de Sebastian detrás del sofá se hacía notar. Sonreía y leía todo lo que aparecía en la pantalla y de paso iba corrigiéndome. Parecía una costumbre suya que había desarrollado en los últimos años.

-¿Quieres hacer algo esta tarde, dar una vuelta o algo?- le pregunté mientras descansaba la vista apoyándome en el respaldo y cabecera del sofá, mirándolo desde abajo, curiosa. Por alguna razón sentía que estaba preocupado o que su mente se había ido a otra realidad. Pensé que salir y cambiar de aires nos vendría bien a ambos.

-Dijo que quería ir al cine, ¿no es así?- Me sonrió mientras se acomodaba apoyando ambos brazos en el sofá, cruzados, mientras me miraba con aquella mirada felina.

-Sí… - aquella mirada con la que también me había mirado en el sueño me hizo desviar la mirada y buscar la cartelera del cine en internet.- ¿Estás preocupado por lo que pasó anoche?-Era por lo único por lo que se me ocurría que pudiera estar tan distante de mí. Normalmente me avisaba de lo que iba haciendo, pero no me dirigió la palabra más que para decirme que la comida estaba lista y el desayuno.

-Ese demonio me era familiar. No puedo asegurar quien es, pero desde luego le conozco.

-De todas maneras… No pasó nada grave… - La herida que me hizo estaba curándose progresivamente bien.

Silencio.

-Si te apetece o no hacer algo, sólo dilo… - Le dije de nuevo viendo que aquel tema le preocupaba.

-Está bien, señorita, iré dónde usted quiera.

Fuimos al cine, a cenar; “cenar”. Pedimos comida de más, pero evidentemente él apenas comió nada. La comida actual no le agradaba, ya de porsí la comida humana no le gustaba demasiado y decía que ahora no había “comida” sino “Productos de laboratorio con algo de comida real”

Tuve que reírme con aquella afirmación. Realmente tenía razón. Aquella tarde noche fue bastante divertida; la película estaba bastante bien, la cena fue graciosa y la vuelta a casa en el coche fue extraña.

-Mañana tengo ensayo por la tarde, recuérdame que le diga lo de la exposición antes de irme, no sé si tendré la cabeza para acordarme…

-¿Los nervios de la última semana?

-Supongo, después del mes y medio de representaciones me darán un mesecito de vacaciones, y en Septiembre volveremos con una nueva obra.

-¿Qué va a hacer para su cumpleaños?-Aquella pregunta me dejó K.O. Mi cumpleaños sería dentro de dos semanas. No tenía ganas de hacer una fiesta.- Debería ir pensando en sentar la cabeza con alguien…

-Claro… ¿Por qué no? ¿Y Qué le diré al muchacho? “No tranquilo es mi manager, mi cocinero, mi niñera y vive conmigo en casa, pero tranquilo no he hecho ‘esas cosas’ con él…”

-Supongo que visto así sería un problema…

Estuvo hablando de eso hasta llegar a casa, de echo mientras entraba seguía hablando de lo mismo.

-Imagínese vestida de novia, aunque no me apetezca entrar en una iglesia, sólo por verla así me arriesgaría.

-¿Quién te ha dicho que me vaya a casar por la iglesia?- le dije ya algo molesta por el tema.

-Nadie sabe que tiene un trato con un demonio pude casarse dónde guste.

-Ya te dije que no me simpatizo con la iglesia y la religión… Es un poco prepotente casarme por la iglesia aunque sea por que quede bonito para una revista…

-Es cierto la prensa, ya la estoy viendo en un traje blanco roto y un ramo en tonos azules y blancos que contrasten con el verde de los tallos…- Bienvenido a Yupilandia. Sebastian se había ido al mundo de yupi. Me lo quedé mirando molesta y desquiciada. Aquel sueño me atacó y en un intento por huir, sólo se hizo más fuerte. Subí las escaleras intentando huir de la luna de miel que Sebastian estaba preparándome cuando le pedí que callara de forma violenta.

-Lo siento si le he molestado señorita, era sólo una broma.

-Déjalo ya… - Me sentía extraña; por una parte estaba aquel sueño y aquellos sentimientos que se habían hecho más fuertes, por otra el hecho que intentara emparejarme me sulfuraba, ¿qué le había dado ahora con mi boda o qué tuviera una relación con alguien?

-¿Se encuentra bien?- se acercó y me puso la mano en la frente. Su voz sonaba muy suave y relajante, y apoyada en la pared con mi mano derecha en la cabeza lo miré. Me tomó la temperatura y me sostuvo con una mano en la cadera.- Parece que está caliente…

Y tanto que lo estaba. Su sola presencia después de aquel sueño y aquella noche ya era suficiente. Me apoyé en su tronco intentando alejarlo de mí. Pero no tenía fuerzas para nada, su mirada estaba muy fija en mí, estudiándome, mirándome. ¿Qué podía ver él con aquellos ojos, mi alma?

Mi cuerpo se movió solo, sentía que una gran fuerza me arrastraba, me invadía y me acercaba a él, a sus labios. Mis manos subieron posándose y rodeando su rostro, intercalándose con mechones de pelo de Sebastian. No solo me conformé con besarle; estudiaba su lengua. Mis manos bajaron y desabrocharon a tientas el chaleco negro que llevaba, desabrocharon la camisa blanca y empecé a palpar su cuerpo. Me separé para mirarlo y coger aire lentamente…

¿¡QUÉ COÑO ESTABA HACIENDO!? Su cara reflejaba duda y curiosidad, intenté atravesar a pared y deseé que la tierra me tragara, ¿en qué estaba pensando? ¿Que había pasado? Me tapé la boca en un acto reflejo y me fui directa a mi habitación cerrando la puerta con un golpe seco. 

lunes, 20 de junio de 2011

Kuroshitsuji VI



Mientras recordaba aquello continué acariciando a Kuro, Sebastian me dedicó una mirada tras decirle aquello último y sonrió entre satisfecho y comprensivo. Continuamos el camino al veterinario en silencio. Cuando entramos a la ciudad y paramos en un semáforo vi a una familia esperado a que el semáforo se pusiera en verde para pasar; en mi mente se formuló una pregunta que fue pronunciada por mí sin que me diera cuenta.

-¿Alguna vez fuiste humano?- Yo miraba por la ventana, tras pronunciar aquellas, palabras noté como me miró sorprendido, entonces yo le miré.

-Sí.-


Entonces el semáforo se supo en verde. No dije nada más aunque me hubiera gustado, pero aquella manera tan agria de contestarme me cortó en seco.

- Sólo era curiosidad… Perdón…- le dije mientras miraba de nuevo por la ventana, lo dije muy bajito. Sé que me había escuchado, pero no me contestó.

Cuando aparcamos y bajamos la tranquilidad y la calma habían vuelto al Sebastian. Lo observaba atentamente porque me sorprendió mucho aquella reacción en él.

Entramos y nos sentamos. Habían unos cuantos clientes antes, le dejé a Kuro en las piernas y me levanté a mirar la tienda; mientras, lo miraba de reojo. Era definitivamente increíble ver a un demonio actuar como un niño con una piruleta en la mano, realmente inocente y alegre. También me di cuenta que llamaba la atención de las féminas del lugar…

Entonces nos tocó. Sebastian se encargó de todo hasta el momento de dar los datos personales. Lo puse a mi nombre, bajo mis datos y le compramos de paso algo de pienso, el collar y unos cuencos para el agua y la comida. Fue una visita muy rápida, pero había una niña con otro gato. Kuro saltó de los brazos de Sebastian y se quedó conmigo para oler el nuevo collar que le iba a poner. Entonces tuvimos un pequeño mal entendido, cuando Sebastan vio al gato… La madre pensó que estaba acosando a la niña…

-Sebastian, deja al gato, mima a Kuro todo lo que quieras pero deja a los demás gatos ajenos… Pervertido…

-Lo siento, señorita.

-Aléjate de mi hija.- estaba entre excitada y preocupada.

-Su hija…- Es como si acabara de darse cuenta que esa niña sostenía al gato.

-Desde luego, no se puede ir contigo a ningún lado, siempre llamando la atención…- lo dije seriamente pero con la intención de hacerle entender que era un teatrillo.

Me disculpé con la madre y con la niña, Sebastian hizo lo mismo, siempre tan caballeroso, de hecho nos perdonó por sus dotes de rompe corazones. 
Volvimos a casa y continué retocando los cuadros para que estuvieran decentes en una exposición. Continuó una cena ligera, como siempre. La verdad no hacía mucho ejercicio, aparte de los ensayos, por lo que debía mantener una dieta saludable. Después me duché y me puse el pijama. Bajé al comedor y me quedé viendo alguna película mientras él quitaba la mesa.

-Por cierto, señorita, esta vez ¿de qué trata la obra?

-Pues… se supone que es una chica de alta sociedad que está aburrida de tanta mujer infravalorada y por la noche se dedica a vengarse de los hombres…

-¡Oh!- alargó esa vocal- ¿Y es usted esa joven?

-Sí, ella es obligada a casarse con un hombre que odia, pero él necesita el dinero de la familia y por interés digamos que está dispuesto a desenmascararla porque sospecha que es ella y bla, bla…

-Parece que no le interesa.

-Me gusta mi personaje, pero es mejor que veas la obra y descubras lo que pasa por tu cuenta.

-¿Me guardará como siempre una entrada?

-Si no quieres venir, no; no voy a obligarte.

-No me malinterprete, me gusta verla actuar.

-Gracias…- le dije con una sonrisa en la cara y girándome para mirarlo.

Después de eso, se quedó viendo conmigo la tele, cuando se hizo cerca de media noche me fui a dormir, estaba cansada y ya había tenido suficiente por ese día. Recuerdo que me acompañó a la habitación y se aseguró, después, de que me había acostado y no necesitaba nada más. Me quedé dormida bastante rápido.

Después, no sé a qué hora, sentí algo extraño… Un aura muy oscura, mucho más que cuando Sebastian se enfadaba; sentí que había alguien más en mi habitación…

-¿Sebastian….?- estaba dormida y simplemente lo susurré.

No hubo respuesta, simplemente sentí que algo puntiagudo me tocaba. Sentí las patitas de Kuro sobre mi cama y que se erizaba. Abrí los ojos de golpe. Sebastian no estaba en la habitación, la ventana estaba abierta y sentía que algo puntiagudo pasaba por mi brazo. Me picaba y en cuanto levantó lo que fuera que me estaba tocando, me quité la sábana de golpe y corrí hasta salir de allí, pero cerró la puerta y se quedó muy cerca de mí. Kuro seguía muy arisco.

-Se…Sebastian… Ven…

-Un invitado a estas horas de noche, qué descortés…- Sebastian estaba en la ventana, esa cosa se giró y yo también- ¿Qué hace un demonio por aquí?- ¿Un demonio, en mi habitación, qué estaba pasando?

-Señorita será mejor que se ponga a salvo.

Asentí con la cabeza y salí de allí literalmente corriendo. Mi corazón latía más rápido que nunca, sentía que rebotaba por todo mi cuerpo; entonces me paré en mitad del pasillo y miré arriba.

-Tome señorita no puedo luchar bien teniendo a Kuro en la habitación.

Me lo entregó en las manos y me sonrió. Desapareció y oí muchos golpes. Simplemente no pensé, me fui corriendo directamente a la habitación de Sebastian, cerré la puerta dejé a Kuro encima de la cama y me acurruqué en la esquina de la misma. Me tapé los oídos hasta que dejé de oír y sentir ruido, después me acordé del picor de mi brazo y me acurruqué doblando las rodillas y abrazándome con los brazo tapando aquella zona que ya dolía más que picaba…

Poco después se abrió la puerta de la habitación, alcé la mirada. Sebastian estaba allí, con la camisa y los pantalones algo desgarrado, él miró mi brazo y dijo que vendría en seguida. Llego unos segundos después con el botiquín, se sentó cerca de mí y me cogió el brazo derecho. Fue cuando me di cuenta que estaba sangrando.

-Esto le dolerá… perdóneme de antemano.- 


No dije nada, simplemente sentía el tacto de sus manos en mi brazo, él estaba allí y me sentía segura.

-¿Cómo ha quedado mi habitación…?- dije mientras preparaba el algodón con agua oxigenada.

-Ha sido perfectamente reparada.

-No quiero volver a ver eso por aquí…-

Miraba hacia un punto indeterminado del suelo, me estremecí mientras lo decía encogiéndome más mientras Sebastian limpió, curó y vendó el corte.

-No se preocupe, yo me encargaré de eso… ¿Va a quedarse esta noche a dormir aquí?- dijo mientras volvía al aseo a dejar el botiquín. Mientras aproveché para meterme en la cama.- Entonces yo me quedaré en el salón…

-…Quédate… por favor- estaba muerta de miedo, ese demonio se había acercado y me podría haber matada sin haberme enterado. Impotencia de no poder hacer nada. Estaba de espaldas a él, pegada a la pared mientras que Kuro se había acomodado a los pies de la cama.

-Debo avisarle de que no estoy familiarizado con este tipo de relaciones entre Amo-Sirviente.- dijo mientras se acomodaba en la cama. 


Sentía que la cama temblaba conmigo. Recuerdo que me escabullí y que conseguí abrazarme a su camisa apoyándome en su hombro, me las apañé para que mi cuerpo quedara entre el suyo y su brazo izquierdo. Entonces me di cuenta, a pesar de estar así, por el miedo, mis manos no dejaron de temblar.

-No pasará nada, señorita; no dejaré que le haga más daño...

-Jamás me había sentido así… Ni siquiera cuando muestras esa parte. Sentía que alguien me tocaba como si se estuviera riendo de la situación, como si disfrutara mirándome… Antes de que llegara a la puerta él ya estaba pegado a mí…- mientras hablaba me pegaba a su cuerpo, cerraba los ojos con fuerza y aferraba la camisa. Estaba acojonada de verdad…

-No se preocupe, ahora sólo descanse…- sentí que su mano se posaba en mi cabeza. Me arropó y jugueteó con mi pelo hasta que de nuevo conseguí dormirme…

Sebastian vino a despertarme. Sus buenos días con una amplia sonrisa y un sol cegador a través de la ventana me hicieron levantarme y sentarme en la cama. Seguía en su habitación; le pedí unos minutos para armarme de fuerza y seguir con aquel domingo tras lo ocurrido la noche anterior.

-Yo estaré ahí siempre para protegerla… De lo que sea, utilíceme como desee.- 


Un beso. Me besó en los labios, estaba apoyado en el borde de la cama con un brazo a cada lado de mis piernas y me besó… Introdujo su lengua en mi boca y jugueteó con la mía. Me miró, lo miré. Y sin poder decir o hacer nada, adormilada y consumida por aquel deseo me dejé caer en la cama mientras él se adelantaba para besarme de nuevo mientras subía una rodilla en la cama. Le quité la chaqueta, le desabroché los botones del chaleco y la camiseta mientras seguía besándome; no podía parar… Tampoco quería.

Él también empezó a juguetear con mi cuerpo acariciando mi costado izquierdo y besándome por la clavícula, el cuello, los labios… Estaba hundida en la excitación y en ese momento me dio igual todo… Bajo aquellas paredes, era simplemente Sebastian, mi chico de la limpieza, mi manager, mi cocinero… Mi vida ahora era sólo él. Sólo a veces, podría jurar que tenía un demonio en casa y no un hombre sumisamente rebelde. Lo abracé con mucha fuerza y mientras se preparaba para entrar en mí.

Me levanté de golpe… Miré a mi alrededor… no había nadie. Era pronto aun, Sebastian no había venido todavía a despertarme… Mi corazón latía muy rápido…

-Era un sueño… ¿verdad?

viernes, 17 de junio de 2011

Kuroshitsuji V


Recordar aquello era como mirar un pasado realmente penoso. Tenía 20 años, era una noche fría de verano, volvía a casa muy tarde tras un día de trabajo y de castings para alguna obra como personaje de relleno o algún anuncio, o algo; pero parecía que aquella noche todo me daba la espalda.

En la calle principal, sobre las dos o tres de la madrugada no había nadie, mi madre me había llamado muchísimas veces para ver dónde estaba.

-Ya llego mamá, estoy a dos calles no te preocupes.

Cuando colgué y aceleré el paso, aquella persona continuaba persiguiéndome, aceleró también el paso, y no sólo ese hombre, me sentía vigilada por todas partes, como si algo me persiguiera. Miré al cielo para asegurarme una vez más que no había nada y tras un fuerte suspiro continué acelerando el paso, poco antes de llegar a la calle dónde debía girar par ir recto hasta mi casa, me tropecé con alguien chocando con su cuerpo.

-No la dejes ir, es muy rápida- decía la persona que iba detrás.

Me asusté mucho, nunca, NUNCA había estado en una situación así, jamás había sido perseguida, amenazada o acosada por nadie. Para empezar, no era nadie más que una chica normal haciéndose un hueco en las altas esferas de los actores y actrices. Me giré.

-Como ordene, mi señor.

Miré de nuevo aquel ser que de pronto se volvió sombrío y frío, sus ojos brillaban y sus manos que agarraron con mucha fuerza. Forcejeé todo lo que mis fuerzas dieron de si, grité que me soltara en un último esfuerzo para que alguien me oyera, pero aquella calle estaba silenciosamente vacía. Nadie salía por los balcones, nadie encendía las luces, nadie aparecía.

-Lo siento guapa, pero tenía muchas ganas de estar contigo, te he estado observando, siempre vuelves muy tarde y para una chica tan mona como tú eso no es bueno, cualquiera podría hacerte daño.- Se acercaba a mí.

-No estás en posición de decir eso- fue lo primero que se me pasó por la cabeza, interpretar un papel de tantos que me había aprendido para esas obras que no me cogieron.

-Deberías controlar esa boca, señorita, ahora mismo es usted la que está en un aprieto…- sus ojos empezaros a brillar con mucha más intensidad, tenía un tono morado y ahora brillaban entre rojo y un rosa muy débil que me provocó un escalofrío.

-No digas eso, James, esta chica no tiene por qué tenernos miedo, quiero que la lleves a casa.

Conseguí deshacerme de las manos del tipo de ojos raros, y corrí hacía algún lugar empujando al otro muchacho que daba órdenes, entonces volvieron a cortarme el paso, otra vez el chico de ojos raros que me cogió y me giró. El tipo de las órdenes sacó una navaja y la abrió ante mí. Se acercaba y sinuosamente la deslizó por mi mejilla y la dejó al lado de mi cuello. Mis piernas temblaban, mis manos, todo mi cuerpo.

-No creo que eso sea una buena idea…- pensé que mi triste historia acabaría allí, empecé a patalear y a intentar deshacerme de aquellas manos, pero ese tipo acercó más a mi cuello esa navaja y otro apareció tras él, había dos tipos de ojos raros, el que sostenía ahora, y del que había conseguido escapar.

“¿Ya está? Todo esto se acaba aquí, ¿ahora? Siempre igual, incapaz de llegar a nada, me niego a morir aquí, alguien quien sea, por favor…”

-Por favor… ayuda… quién sea…

-Lo siento, Karen, pero nadie va ha venir esta noche a salvarte, tú y nuestro amo tendréis mucho tiempo para hablar…- el que estaba agarrándome se acercó a mí oído y me dijo esas palabras.

Aquel cerdo que me amenazaba con una navaja se acercaba a mí, su rostro se ponía a la altura del mío, miraba mis labios, los cerré muy fuerte y giré el rostro. Entonces alguien habló.

-Vaya, vaya…- su voz era dejada, pero después cogió mucha fuerza -Eso no es digno de un caballero…

-¿Quién eres tú?- dijo ese tipo alejándose de mí. Era mi oportunidad, le di una patada en la entre pierna y salí corriendo hacia el lugar de dónde provenía aquella voz.

-No debería alejarse mucho señorita, estará más segura conmigo, así podré protegerla.- Entonces lo pasé y me quedé tras él…

Definitivamente me había vuelto loca, estaba huyendo de un acosador y quedándome detrás de un tipo que no había visto en mi vida, que no conocía, vestido de negro, que, perfectamente, podría matarme después; pero era el único que había dicho “proteger”. Me aferré a esas palabras aunque tuviera que vender mi alma al diablo.

-Señorita, me gusta mucho esa última frase de su cabeza…

-¿Qué…?- ¿me guiñó un ojo? Creo que sí fue así, me guiñó el ojo y después ambos chicos le atacaron, se deshizo de ellos, se deshizo del tipo que venía a por mí, lanzó a los dos, ambos idénticos, muy lejos, y al tipo que daba las ordenes… Lo mató. Cayó al suelo delante de él y vi como salía su sangre manchando el suelo. Me paralicé. No era la primera vez que veía algo así, fui testigo de un accidente de resultado parecido, pero… Me sorprendió. Supongo.

Después me miró con una sonrisa y se acercó a mí.

-Cómo usted misma ha dicho, ¿le vendería su alma a un demonio?

-¿Qué quieres decir…?- Era altísimo, y muy atractivo, su sonrisa era muy amplia pero no dejaba ver los dientes, era un tipo muy fuerte.

-¿Haría un trato conmigo, un demonio, a cambio de su alma?

-¿Qué?- aquello más que impactarme, me asombró; aquella noche no había aparecido un dios o un ángel a llevarme por el buen camino, si es que no lo seguía, sino un demonio para darle mi alma a cambio… - ¿A cambio de qué, qué gano yo?

-Usted tendrá todo lo que me pida hasta conseguir el deseo que debe pedirme, una vez se cumpla yo me… perdóneme si suena violento, me comeré su alma.

………. ¿Ese… ESE tipo iba a comerse MI alma…? Iba a estar a MI disposición para lo que fuera…

-Así es. Además, me lo debe por salvarle -Me dijo abriendo sus ojos, ya ha sido testigo de ello, esos dos también eran demonios,- la prueba que me hizo fue hacer brillar como los otros esos ojos rojizos que él tenía… Pero tenía razón, supongo… Y ya había deducido que podía leerme la mente...

-Está bien…

-¿Cuál es su deseo?

-Oportunidades, quiero tener las oportunidades de hacer todo lo que siempre he querido y querré hacer, yo haré lo demás para ganarme que se hagan realidad, y al final de mi vida, mi alma será tuya…- Eso parecía más una confesión que un trato…

-¿Oportunidades?

-Y después de esta noche… protección.- dije mirando hacia el lugar dónde los había lanzado inclinando mi cuerpo.

-… Más le vale que su alma merezca tanto la pena como para esperar una vida humana.- Lo miré intrigada por aquellas palabras. Intentaba averiguar a qué se refería; me miró y me contestó sin pedirlo explícitamente- Los demonios no sentimos sed, frío, calor, hambre, deseo o cualquiera de las cosas mundanas por los cuales un humano siente debilidad, me cansé hace mucho de comer almas humanas normales… y hace mucho tiempo que no como, espero que su alma sea de mi agrado…

Me quedé igual que estaba, sin saber que decir o qué hacer, me puse rumbo a mi casa y él me siguió.

-¿Por qué me sigues?

-Primero tenemos que cerrar el trato, después, tendré que ir a dónde usted vaya para protegerla, y que no muera antes de cumplir su deseo.- Sonaba lógico, el problema iba a ser qué iba a decirle a mi madre y sobre todo a mi padre…

-¿Qué hay que hacer para cerrar el trato?- Él se acercó a mí, quitó el guante blanco de su mano izquierda y abrazó mi cadera derecha desde atrás -Ya está.- Algo me quemaba es la cadera, a la altura del hueso y entre éste y el ombligo, en el centro… levanté mi camisa, un circulo y un pentáculo. Era el mismo símbolo que él tenía en la mano. Me miró y me sonrío.-Este sello hará que aparezca en cualquier lugar dónde usted esté, y por tanto tampoco podrá huir de mí, señorita.

-Mi nombre es Karen… puedes llamarme así.

-Yo soy simplemente un mayordomo, jamás lo haría- se inclinó ante mí. Con la mano derecha en el pecho al a altura del corazón, o de donde debería estarlo en su caso…

-Entonces, ¿cuál es tu nombre?

-Sebastian, Sebastian Michalis.

Después de eso mi madre se escandalizó y Sebastian tuvo que dormir en el comedor alejado de mí y vigilado por mis padres, después sirvió de ayuda a mi madre en la compra y las tareas domésticas hasta que unos meses después, conseguí una casa debido a mi gran “suerte” en obras de teatro.


-Sí… Como aquella vez, más o menos…


viernes, 10 de junio de 2011

Kuroshitsuji IV




Sebastian se había colocado de tal manera que el pelirrojo me daba la espalda y no podría verme. Ese tipo era muy raro, sujetaba la motosierra con ambas manos pero se movía de lado a lado como si fuera una adolescente enamorada de un chico de universidad. Después ese tipo encendió la máquina y atentó contra Sebastian, intenté decir algo pero Sebastian dibujó en su rostro una cara que me dio miedo, me apoyé en la pared de las escaleras… y me quedé mirando a kuro… que había desaparecido de mis alrededores.

Miré a todos lados y Kuro no estaba, ese gato curioso se había escapado y a saber a dónde habría ido; me asomé por encima de la pared mientras ese gato maullaba cerca de los pies de ese tipo pelirrojo. Miré a Sebastian para ver si se había dado cuenta, entonces, yo me escabullí por debajo y rápidamente me coloqué cerca que dónde estaba el gato, ese tipo se iba acercando a Sebastian y pensé que podía hacer algo para sacarlo de allí, entonces fue cuando él… Hizo eso.

Sebastian se sorprendió al verme inclinada sobre el gato a plena vista y al mirarle yo a los ojos, el otro tipo hizo afán de girarse, entonces fue cuando Sebastian, lo cogió del brazo derecho y lo acercó a él, mucho, demasiado, oí que le susurraba algo mientras lo acercaba.

-No me gusta tener cosas pendientes, Grell-san… Ya debería saberlo

Y pude ver con mis ojos como ese hombre vestido de negro entreabría la boca para acomodarse en los labios de ese tal Grell… Deseé que me sacaran los ojos con cucharas y me borraran lo que acababa de ver. 

Mientras un escalofrío me recorría el cuerpo e intentaba que aquella gota de sangre no se derramara por mi nariz, Sebastian me mandó una cariñosa mirada de odio y muerte, asique eso me hizo reaccionar y salvar mi vida y la de Kuro, aunque no sé bien si de las manos del pelirrojo o del propio Sebastian…

Subí las escaleras de nuevo y me metí en un rincón en mi habitación, exactamente al otro lado de la cama que para las personas que entrasen a la habitación no verían, entre la pared de la enorme ventana de mi habitación y la cama, apoyada entre esta última y la pared; abracé a Kuro y me fui preparando por la charla que iba a darme Sebastian sobre lo que ya habíamos hablado poco después de hacer ese trato…

Técnicamente me había advertido que algo como eso podía pasar, que tipos extraños o incluso otros demonios podrían atacarnos, pero realmente nunca pensé que me encontraría con alguien más. Aquella imagen de Sebastian besando a ese tipo me atacó de nuevo…

-Mierda… Esto me causará un trauma irreparable en mi vida… Le prometí que le haría caso si algo como eso pasaba, Kuro… Tengo la sensación que se va a enfadar mucho conmigo…- Sí, estaba hablándole al gato que lo único que hizo fue mover su cola e inclinar su cabeza a la izquierda. Dejé a Kuro en el suelo y suspiré mientras apoyaba mi cabeza en la pared y sintiéndome culpable.

Los gritos de esa loca vestido de rojo cesaron poco después, unos minutos más tarde oí unos pasos por la escalera… Mi instinto fue el de acurrucarme entre mis brazos y mis piernas, y escuchar callada la primera reprimenda de Sebastian. Kuro salió corriendo a su encuentro cuando abrió a la puerta, siquiera llamó. Cogió al gato y con el dedo índice le dijo que "eso estaba muy mal"… Después lo volvió a dejar en el suelo y cuando el gato salió cerró la puerta y creo que se apoyó en ella.

-¿En qué estabas pensando, señorita…?- Por primera vez me habló de tú.-Ese tipo podría haberte matado… 

Ese beso volvió a mi mente y me hizo estremecerme.

-Es mi casa, quería saber quién era, me ha hecho un boquete en la pared… ¿Qué era ese tipo?

-No creo que deba saberlo…- Parecía molesto y se aproximaba a dónde yo estaba, al cabo de segundos se plantó delante de mí, a unos pasos de distancia.- Supongo que esa postura es la prueba que no ha olvidado ESO que le dije…

De pronto un aura tremendamente fuerte y oscura se apoderó de la habitación, sus ojos relucían de ese rojo intenso, y me miraba muy serio.

-Según el acuerdo hasta que no se cumpla el contrato debes protegerme…- Desvié la mirada no pudiendo mantenerle esa mirada, a pesar de haber usado ese recurso antes, ahora estaba completamente diferente, él estaba molesto, muy molesto por algo y no hacía nada por evitarlo. – ¿De qué lo conoces?- dije tras un rato de silencio

-NO tiene nada que ver contigo señorita, pero más le vale que no vuelva a hacer algo tan temerario como eso, no volveré a hacer algo tan repugnante.

-¿Repugnante…?- ¿A qué se estaba refiriendo? En ese momento volví a mirarlo mientras era él el que ponía una cara de asco impresionante y desviaba la mirada.

-No quiero volver a hacer algo como eso nunca más… La culpa es suya…- Ahora ese estaba frotando la boca con  la manga… Aquel gesto me hizo caer en la cuenta de lo que pasaba y me eché a reír yo sola en la habitación mientras Sebastian se ponía de pie y de espaldas a mí seguía limpiándose. A pesar de que esa aura demoníaca seguía atentando contra mí.

Me levanté y me senté en la cama…

-Lo siento Sebastian, vi a Kuro allí en medio y tenía que ir a por él, si ese tipo huebiera tocado un sólo pelo al gato…

-Señorita yo podría haberme ocupado de que a ese felino no le pasara nada- Estaba volviendo a la normalidad -y también mi cuarto-, el mezclar la segunda, persona directa y la de cortesía era un síntoma de pérdida de control. Cosa poco frecuente en él.

-Por cierto ¿has arreglado ese agujero?

-Sí…- dijo mientras miraba por la ventana desde su posición.

-¿Pasa algo?- Parecía hundido en algún tipo de recuerdo, cómo si ese tipo hubiera destapado una herida, un recuerdo o algo así que Sebastian tenía. Me sorprendió verlo así. Me acerqué a él y lo llamé de nuevo. Entonces me miró, era bastante más alto que yo…  unas tres cabezas. Me miró desde arriba con la misma cara de ido que mientras miraba por la ventana. -¿Sebastian que es ese tipo? Dímelo. ¿Es otro demonio?

-No señorita, no es otro demonio…- Caminó y salió de la habitación. Esa fue toda la conversación sobre ese tal Grell.

-… Aunque seas un demonio, si hay algo que te preocupa, me gustaría que me lo contaras, sobre todo si mi casa o mi persona se ven implicadas en ello…- Se paró frente a la puerta antes de abrirla me miró de reojo, dibujó una sonrisa, y se fue.

Yo bajé a por el lienzo que Sebastian estaba poniendo de pie y lo observó con detalle, al verlo me quedé mirándole, atenta a sus movimientos, totalmente en silencio.

-Tiene una manera muy extraña de ver este contrato señorita, nunca lo había visto de esta manera.-

-Claro que no, por que tú no eres un humano, ciertamente estás aquí para tu propio bien de ganarte un alma, aunque el mundo que nos rodee sea el mismo, no puedes ver con los ojos de un demonio la vida finita de un humano…- entonces el me miró, estaba muy seria y totalmente convencida de que sabía a qué me refería, otra sonrisa esta vez más amplia y endiablada se dibujó en su rostro.

-Ciertamente tiene razón… ¿Quiere que lo suba al estudio?

-No. Llévalo a mi habitación.- Me crucé con él pero no le miré, por alguna razón sentía que me estaba ignorando, ocultándome información que de alguna forma me repercutía. Y yo hice lo mismo como pude, Sebastian no tenía por qué ser el centro de mi vida, aunque era lo único que tendría para siempre a mi lado.

Busqué las fotos que habíamos sacado aquella mañana y miré el reloj… Cogí la foto y entonces me di cuenta de un error muy grande que había olvidado eliminar… El contrato de la mano izquierda de Sebastian seguía allí…

-No puedo llevarme esta foto con esa marca en la mano… empezarán a preguntar… y seguramente alguno también haya visto la mía...- Había pensado en que, si no me daba tiempo, no estaría mal ver el boceto de un dibujo y allí presentes ver como lo dibujo, pero con esa marca...- Van a empezar a especular… Maldita sea… Pedirle otra foto…- recordé el momento de hacer la foto…- No, no, no,…- dije mientras me ponía los dedos bajo los orificios de la nariz…- Contrólate… De momento… voy a llevar a Kuro al veterinario…

Subí el sobre a mí habitación y me encontré a Sebastian de nuevo con el cuadro mirándolo atentamente, le dije que me iba al veterinario e insistió en llevarme. El caso es que por más que intentaba poder ir sola, más trabas me ponía para que no lo hiciera…

Cuando estábamos de camino al veterinario el observó como acariciaba al gato cuidadosamente y le hacía de rabiar en algunos momentos para que jugase conmigo. El veterinario estaba algo lejos puesto que vivíamos fuera de la ciudad. De pronto el empezó a hablar retomando la conversación de antes.

-La verdad es que tiene razón, no puedo ver la vida exactamente como la ven los humanos, sencillamente por que aunque ahora tengamos un accidente o pase cualquier cosa, en muy posible que yo no muera, por lo que no tengo ese miedo a la muerte.

-Yo tampoco,- le contesté- no es el miedo a la muerte, si no a cómo vas a morir… y eso te da miedo, el miedo a sufrir, a quedar inválido, parapléjico, cojo, manco, a perder las habilidades que ahora tienes y no poder hacer cosas que haces, y posiblemente a causarle desgracias a la gente de tu alrededor sin poder evitarlo por una discapacidad…

-¿El mismo miedo que usted sintió aquella vez cuando nos conocimos…?

martes, 7 de junio de 2011

Kuroshitsuji III



-Vamos Sebasian se que me has entendido perfectamente.- Estaba muy serio pero luego, tras un suspiro cambio su cara… Increíble, podría haberme matado en aquel momento, parecía desesperado, con media sonrisa, ansioso por que se acercara el momento, jamás lo había visto así. Perfecto. La foto capturó aquella imagen, la revisé, perfecta, incluso sus ojos se habían tornado de ese rojo brillante y demoníaco.

Después, mientras la miraba más ampliada, se vistió y tras apuntarle el número le di la cámara y terminé de comerme mi tostada.

-¿No era parte del trato que me acompañara señorita?

-Está bien, dame 15 min.

-Bien, así yo recogeré la cocina.

Quince minutos después estábamos cerrando la puerta de casa y camino a la tienda, calor, mucho calor, era un día de Junio tremendamente caluroso. Llegamos a la tienda y en seguida sacamos las fotos, al ser un sábado y temprano no había demasiada gente y fue un paseo bastante tranquilo. La vuelta tuvo que ser más rápida de lo planeado, un par de chicos me habían reconocido y se dirigían hacia mí; la solución fue correr y despistarles.

-No sabía que fuera tan popular

-No lo soy, pero he hecho varias obras para instituto, y en fin, no sé… Hoy no tengo tiempo para ponerme ha hablar ni tampoco ganas. ¿Qué vas a hacer ahora?

-Arreglar su habitación y supongo limpiar la planta baja y luego la de arriba.

-¿Te molesto si me quedo en el comedor?

-No, señorita.

Bajé un lienzo con un caballete y unos lápices y demás utensilios, me quedé cerca de la ventana para coger toda la claridad posible pero que no me diera el reflejo estratégicamente, para poder observarlo tranquilamente sin que lo notara demasiado.

-¿Le molesta si le hablo mientras dibuja?

-Para nada.- Empecé ha distribuir como siempre el lugar que iba a ocupar cada elemento del dibujo y sus dimensiones. Meras líneas. Alrededor de un círculo central, dónde se encontraría el objetivo central del cuadro.

-Supongo que uno de los que piensa hacer es esa foto que me ha hecho antes, pero... ¿qué está dibujando ahora?

-Pues quería interpretar de otro modo nuestro contrato.

-¿A qué se refiere?- me miró curioso.

-Desde mi punto de vista.- Cuando terminé de decir aquello le miré por encima del lienzo y le sonreí.- No te preocupes por nada Sebastian, en serio.

-Creo que me voy primero a la planta de arriba señorita, cuando lo tenga más avanzado me gustaría verlo.

-Como quieras…- Y tras inclinarse se fue. No sé cuanto tiempo estuvo arriba ni cuanto estuve solamente con la imagen central, que era él, pero la completé, él estaba básicamente terminado, tranquilo con su sonrisa con ese uniforme; empecé haciendo la yo actual que iría delante de él, hice el contorno con bastantes detalles inclinada hacia delante un poco, con las piernas abiertas y ligeramente hacía dentro con una mano en la cintura y otra con la V de “victoria” en mi frente, con una enorme sonrisa. Después pasé a hacer una yo más adulta, sin que me diera cuenta había bajado para empezar a preparar la comida.

-¿Qué hora es?

-La 1.00 pm.

-¿Ya?- dije mientras lo veía preparando la comida.

-Así es.

-Qué rápido…- dije siguiendo con el contorno del dibujo que quedaba a mi derecha y a la izquierda de Sebastian, una persona adulta ambas vestidas de la misma manera, una falda vaquera azul, y una camisa negra. En la joven tenía mini falda y palabra de honor, mientras que la adulta una falda hasta las rodillas y una camisa de manga corta negra, y por último una anciana a su lado derecho y a mi izquierda, con la falda vaquera igual que las demás, por debajo de las rodillas y una camiseta negra esta vez de media manga. Así sería el paso del tiempo, mientras se mantenía intacto, yo sería la que iría volviéndome vieja y pesada con los años.

De repente un maullido muy fuerte nos hizo a ambos dejar lo que estábamos haciendo y mirar hacía la ventana del comedor, abrí la ventana y comprobamos el problema; los vecinos tienen una gata… al parecer en celo, y llevaba un tiempo rondando por aquí un gato negro… En ese momento ese gato estaba reivindicando a su hembra mientras los dueños de la hembra le tiraban piedras; salí muy decidida de la casa y los miré furtivamente.

-Os parecerá bonito...

-Oye guapa no te metas, no me apetece tener aquí un criadero de gatos.

-Pues operarla…- Me dirigí a por el gato, precioso, totalmente negro con los ojos azules, lo cogí y lo entré a casa. Sebastian se hizo enseguida cargo de él, me lo quitó de las manos, literalmente, y lo observó con cuidado lo apachurró y siguió con su ritual de estar en la quinta inopia mientras yo me iba a ver como estaba la comida puesto que Sebastian acababa de viajar a gatolandia en un viaje sólo de ida.

-Son tan hermosos, llevo mucho tiempo viviendo en este mundo y no sé como piensan los gatos, son tan flexibles, tan adorables…

-…- lo miraba mientras continuaba removiendo los espaguetis, -Después lo llevaré al veterinario y si no tiene dueño me lo quedaré… Después de que lleve por aquí rondando casi dos semanas… le he cogido cariño. Aunque no me conviene tenerte por aquí así, Sebastian…- seguía sin hacerme caso…-Sebastian…- Cogí la cuchara y le di en la cabeza,- ¡Sebastian…! Encárgate de la comida.

-¡Oh! Perdóneme señorita, me he despistado. En seguida vuelvo al trabajo. Discúlpeme- se inclinó esta vez mucho más que las otras veces y con la cuchara le indiqué el lugar dónde estaba la olla con mi comida.

-Continué con mi dibujo mientras noté a cierto inquilino maullando bajo mis pes y restregándose… No lo pude evitar, lo cogí y le acaricié entre las orejas, ronroneaba… Que cosita más mona tenía entre mis brazos, de pronto una sombra enorme me tapó y se quedó paralizado mirándome, entre agonizando, dulce y deseoso de mimarlo tanto como yo lo estaba mimando.

-Lo llamaremos “Kuro”- Le dije alzándolo con ambas manos y mirándolo desde abajo.

-¿Kuro? ¿Qué significa, señorita?

-Negro. ¿Está lista la comida?- pregunté volviendo a colocar al felino entre mi pecho y acariciándolo.

-Sí.

-Genial, me muero de hambre… Toma.- Le dejé al gato pegado al tronco y me lavé las manos para ir a comer.

Parecía ser un gato muy cariñoso, y callejero, al cabo de un rato se cansó de que Sebastian estuviera tocándole las patas y rascándole y se fue por ahí a investigar la casa.

-Sebastian, puedes quitar todo lo que hay por el suelo, sobre todo los lienzos, no me fío de que vaya marcando territorio, y los trajes también.

-En seguida.

Cuando terminé de comer, y quité la mesa viendo que Sebastian no bajaba, decidí subir a ver que hacía, lo llame mientras subía las escaleras y al entrar en la habitación lo vi con un lienzo en las manos y con el gato entre las piernas; me acerqué e inclinándome hasta quedarme cerca su cabeza y apoyándome en su hombre derecho le pregunté qué le parecía.

-Son muy buenos señorita, me gustaría…- un fuerte ruido sonó en el piso inferior, cambió su cara de una sonrisa a preocupación y en seguida dejó el cuadro tapándolo con la tela, me dejó el gato y bajó las escaleras bastante deprisa.

-¿Qué pasa Sebastian…?- dije mientras me quedaba en el comienzo de las escaleras, se giró y me pidió que no bajara hasta que él volviera.

-Sebas-chan! Cuanto tiempo sin verte, estás tan guapo como siempre, pero ¿no crees que ese uniforme ya está un poco pasado de moda? Vamos Sebas-chan, me debes un beso con lengua.

Al oír eso… un escalofrío me recorrió el cuerpo, lentamente bajé las escaleras, con mucho cuidado y evitando que … "eso" me viera, parecía la voz de un hombre, lo que me inquietó más, después vi un largo cabello rojo y un hombre con una chaqueta larga roja y con una motosierra en las manos, entonces vi el agujero en mi puerta… Me quedé helada. ¿Qué demonios era ese tío y de qué conocía a Sebastian…? Es más… ¿Se-Sebas-chan? ¿Qué clase de mote era ese para él? Me asomé un poco y entonces vi a ese tipo acosando sin escrúpulos a Sebastian…

Irritante...

domingo, 5 de junio de 2011

Kuroshitsuji II



Cerré la puerta tras salir de la habitación y me fui al aseo a lavarme los dientes, mientras estaba allí se paseó para comprobar que lo estaba haciendo, era molesto cuando lo hacía, pero de alguna manera me gustaba que se preocupara tanto por mí. Tenerle pendiente de mí… “Karen cálmate…” Me dije apartando la mirada de él a través del cristal y siguiendo con el enjuague de boca. Entonces cuando levanté la cabeza para mirarme y secarme con la toalla, me lo encontré a dos centímetros de mi oreja y susurrándome un “Buena Chica”. Estaba roja. Él lo veía y yo también, y por poco no me dio un ataque al corazón del susto y no me morí de una hemorragia nasal.

Después de eso le grité algo así como “NO ME DES ESOS SUSTOS SEBASTIAN” cuando en realidad quería decir algo así como “No me provoques maldito demonio por que puedo violarte…” Pero evidentemente eso jamás saldría de mi boca.

Después me fui al comedor y me senté en el sillón con los pies colgando en el apoyabrazos, encendí la tele y me quedé viendo la película del viernes por la noche. Un comedia. La necesitaba, además casualmente no la había visto y la tenía pendiente, por lo que me quedé a verla.

-¿Mañana no tiene ensayo?

-No, el director sufre uno de esos arrebatos de padre forzoso y dice que se va con sus hijos a un zoo o un parque de atracciones.

-¿No es una excusa algo extraña?

-A mi me viene de perlas, necesito tiempo para dibujar para la exposición. Y por lo visto es verdad por que nos ha estado preguntando sitios para llevarse a sus hijos.

-Ya he terminado señorita, ¿a qué hora quiere que la despierte mañana?

-Pues… a las 9.30. Si te molesto subo a mi habitación.- Se había acostumbrado a leer novelas los ratos libres y aunque no lo habíamos decidido, puesto que su habitación estaba en el piso de abajo él se movía más por allí y yo normalmente por arriba, era dónde tenía mi estudio de pintura, mi habitación, mi aseo y demás.

-No se preocupe, puedo concentrarme sólo en la lectura sin problemas.- Intenté reírme lo menos posible y atenuar la risa con meras sonrisas que me llenaban la cara, sentía que me miraba cada vez que sonaba una carcajada, a pesar de no verle podía sentir esos ojos rojizos mirándome, buscando algo o asegurándose que mi alma seguía ahí dentro, e inmediatamente volvía a su lectura.

Serían loas 12 de la noche cuando terminó la primera película, pero me quedé un poco más, estaba tan cansada que me dio pereza levantarme e ir a mi cama, me quedé allí y con las mismas que quedé totalmente muerta. Después sentí aquellas manos cálidas en mis piernas y mi espalda, me acurruqué más, girando suavemente mi cabeza hacia su pecho y con ambas manos apoyadas contra él, oír el corazón de aquel demonio latir de esa manera tan tranquila, tan relajado, uniforme, suave, deseaba que las escaleras fueran eternas.

-Parece que disfruta cada vez que la llevo en brazos, señorita.

-Uhm…- Me di cuenta en ese momento que yo estaba despierta pero no podía, literalmente, articular la menor palabra, mis cuerdas vocales estaban dormidas y mi cuerpo no reaccionaba.

-Debería haberse ido a la cama en cuanto terminó la primera película… Siempre me hace lo mismo.

-No s verda…- o al menos eso quería decir, no sé si me entendió, sólo oí otra sonrisa furtiva y cálida a la vez. Me dejó cuidadosamente sobre la cama y me arropó.

-Buenas noches…

-Bsnas nochs…- creo que dije algo parecido a eso. Cerró la puerta y me dormí de nuevo.

A la mañana siguiente a las 9.30 tocó dos veces, y abrió la puerta; me levantó la persiana y subió al cortina…

-NOOOO, me derrito, Sebastian baja eso…- Le dije mientras me escondía bajo la almohada y me tapaba de nuevo con las sábanas.

-Que a sus 23 años me diga eso como excusa para quedarse más tiempo me ofende, señorita, no sea tan niña y levántese tiene cosas que hacer.

-Da igual soy joven de espíritu.- Entonces llegó su movimiento estrella, fácilmente me quitó las sábanas de encima y me arrebató al almohada. Su cara cambiaba por la mañana cuando venía a despertarme, ya lo sabía y por eso siempre me hacía lo mismo. Su imagen de mí caía por los suelos y totalmente defraudado decía que qué dirían mis fans si me vieran por la mañana actuando como una niña.

-Técnicamente soy actriz…- dije mientras me sentaba habiendo perdido de nuevo la batalla con Sebastian y me senté en la cama saliendo escopeteada al aseo para, primero hacer mis necesidades y segundo bajar a desayunar, me moría de hambre.

-El desayuna ya está listo, no me haga desperdiciar comida, piense en los niños que se mueren de hambre, pobrecitos…- Todo eso era para que no comiera más de la cuenta... Se paseaba con ese discurso pasillo y escaleras a bajo hasta llegar a la mesa mientras lo mandaba a paseo, mentalmente, de buena mañana.

Antes de bajar miré los cuadros que tenía terminados, sabía uno de ellos cual iba a ser, lo había pensado desde hacía mucho tiempo, pero… el otro… miré hacia las escaleras por las que él había bajado y sin pensarlo mucho decidí que se lo comentaría en el desayuno. A fin de cuentas… si iba a venir conmigo a la inauguración los vería igual…

Cuando bajé tenía preparado un desayuno simple y me esperaba mirando como bajaba las escaleras. Me senté, se inclinó y se fue a hacer otras cosas…

-¿Tú ya has desayunado…?

-No. No necesito alimentarme como los humanos, ¿recuerda?- “Estúpido”, fue lo único que se pasó por mi mente mientras removía el café.

-Por cierto, necesito que vayas a sacar unas fotos, las necesito para dibujar…Y de paso, trae la cámara por favor…

-Claro.- Empecé a comer mi tostada y a beber café, le apunté los números de las imágenes que quería y me lo quedé mirando seriamente.

-¿Ocurre algo?

-Voy a usarte de modelo para algunos dibujos…

-¿Va a usarme quiere decir que ya los tiene? Recuerdo que era sólo dos.

-Sí, pero quiero hacer uno… más… diferente.

-¿Puede definirme su grado de “Diferente”?- recalcó bien ese DIFERENTE

-Sexy.- dije mientras me acercaba el café para dar un sorbo y continuar con mi tostada con tomate.

Entonces su mirada se clavó en mí, sentía que me estaba maldiciendo por dentro y que en ese momento no sabía si darme una patada y echarme de casa o denunciarme por acoso sexual, pero dado que era un demonio no identificado se quedó callado y me siguió mirando hasta que por la presión tuve que mirarle también.

-Si no quieres no tienes que hacerlo… Tampoco voy a pedirte que te desnudes… - seguía sin contestar, y eso me ponía nerviosa. -Nadie va ha pensar nada raro, te acercas a la máquina y sacas las fotos, si quieres te acompaño…- le dije interpretando que de alguna manera el demonio se sentía inseguro.

-A cambio de una cosa.

-No deberías chantajearme, Sebastian.

-Se trata de mi imagen personal, eso puede causarme cierto tipo de problemas.

-Soy yo quien dibuja.- Y tras un silencio incómodo entre ambos mirándonos fijamente, acepté su propuesta.

-Enséñeme los dibujos, me gustaría verlos…

-Está bien, de todas maneras… necesito opiniones…- dije mientras miraba a otro lado terminándome el café y de nuevo sintiéndome incapaz de oponerme a una petición de él…

-Será un honor. ¿Qué quiere?- Se quedó frente a mí dejando la limpieza de la cocina para después. Enseguida algo entre emoción y alegría me invadió.

-Necesito que te quites el chaleco y la chaqueta y te desabroches la camisa, después te poyas en el marco de la puerta, por fa’.- Me preparé la luz mientras lo hacía, me hubiera sentido muy pervertida y acosadora si lo hubiera mirado.- Apóyate con el brazo izquierdo y quítate el guante necesito la mano, quitaré el contrato, simplemente necesito el modelo. Mientras lo hacía le abroché mal unos botones del final.- Perfecto ahora… Necesito una mirada provocativa, como si quieras comerte mi alma, Sebastian, ¿Entiendes, verdad?- sonreí.

viernes, 3 de junio de 2011

Kuroshitsuji I




Aquella tarde llovía muy fuerte había olvidado el paraguas en casa con las prisas y ahora en el vestuario del teatro llamaba a casa a que él viniera a por mí. Con algo de suerte vendría lo suficientemente tarde para que nadie lo viera llegar.

-Ven a por mí a la puerta trasera del teatro, está lloviendo…-

-En seguida-

Sólo una orden era suficiente, una orden clara y concisa, no necesitaba nada más, incluso podía haberme ahorrado la segunda parte.

Todas las demás chicas en el vestuario se habían ido, yo me dirigía a la puerta trasera cuando el director me tocó el hombro y me giré para ver quien era y qué quería.

-Toma, esto es parte del vestuario, la semana que viene vendrán a probártelo, tráetelo todo ensayaremos con vestuario, luces y demás.

-¿El lunes?

-Sí, cuanto antes lo tengáis mejor, no quiero prisas de última hora.- No terminó aquella frase cuando salió corriendo a atender al otro personaje principal y compañero de la compañía de teatro. Al ver como desaparecía tras la esquina que daba a las escaleras del escenario, me giré y continué mi camino observando que como me temía, ya había llegado.

Como siempre se inclinó débilmente a modo de saludo y después me miró y sonrió.

-¿Qué tal ha ido el ensayo?

-Bien, como siempre…- Me metí bajo el paraguas y me guió hasta la puerta del copiloto del coche, después subió y nos dirigimos a casa.

-Ha recibido una llamada para una pequeña exposición junto a la señorita Claudia para éste viernes en la sala de exposiciones del ayuntamiento. La inauguración será a las 20 horas.

-¿Ha llamado ella personalmente?  

-Como siempre.

-¿De cuanto espacio dispongo?

-Eso me dijo que cuando volvieras que la llamases para confirmarlo todo, incluido el espacio.

El resto del camino a casa lo inundó la música de la radio, ninguno de los dos tenía nada más a decir, cuando de pronto un ruido en mi estómago me hizo preguntar inconscientemente por la cena.

-Ensalada, macedonia de fruta, y si gusta le preparé unos montaditos de algo ligero.

-Te has tomado muy enserio eso de que iba a hacer dieta…

-Cualquier cosa que diga es para mí una orden.

Poco después entramos en el garaje, aparcó y salimos; abrió la puerta de la casa y me cogió la bolsa de mano con las partes del traje que me había dado y las dejó en una habitación dedicada a ello; después terminó de preparar la cena mientras yo me duchaba.

El agua recorriendo mi cuerpo, la espuma resbalando por mis curvas, toda esa tranquilidad se quebró cuando desde el otro lado de la puerta golpeo y dijo que la cena ya estaba lista. Apagué el grifo con desgana, me sequé me puse el pijama y me lié una talla en el pelo para salir a cenar.

En cuanto me vio salir por la puerta me cogió del brazo, me paró y me dijo que no iba a ir a ningún lado con el pelo mojado… Tras aquel movimiento tan brusco mi mirada se relajó y quedó en desgana, tras diez minutos mirando como secaba mi pelo me recogió el pelo y me dejó huir hacia la mesa.

Me senté y mientras miraba aquella mesa llena de comida, que no era muy grande, me iba presentando que había en cada plato. A continuación se quedó de pie a esperar a que diera el primer bocado a un montadito de jamón york con tomate. Antes de dar el primer bocado lo miré.

-Puedes sentarte conmigo a comer, no me gusta verte de pie mientras como.

-Es para un mayordomo una falta sentarse junto a su amo.

-Sebastian, es una orden, no vengo de una familia rica con mayordomos, sencillamente me da igual, simplemente siéntate y come.- Una sonrisa tranquila se dibujó en sus labios y después de sentó, se quitó los guantes y comenzó a comer junto a mí. En parte para asegurarme que iba a comer y en parte por curiosidad, me quedé mirando durante unos segundos su mano izquierda, y la muestra de nuestro trato.

-¿Ocurre algo, señorita?

-No… - cerré los ojos y continué comiendo. Al terminar se levantó el primero y me dejó el teléfono en el borde para que no se me olvidara llamarla. Ya lo había hecho…

Me fui a la sala de estar mientras él recogía la mesa y la llamé.

-¿Claudia? Soy Karen.

-¡Karen! Estaba a punto de llamarte, escucha, no sé si hay problema con que sea el viernes antes de la actuación, he pensado que si ensayas podemos ir a montar por la mañana o bueno cuando tengas libre, es una sala pequeña por lo que he visto, a sique con unas 10, 11 pinturas estará bien.

-¿Estará 15 días como siempre?

-No lo sé… eso depende de la gente que vaya, hay que hacer publicidad.

-Y no me digas que ya has hecho el evento Tuenti y Facebook…

-Por supuesto, ¿Qué esperabas?

-Eres única, está bien, el martes te llamo para ver si vamos por la mañana o por la tarde…

-Eres genial, nos vemos mañana. Buenas noches.

-Adiós…

En el momento en que colgué me puse rumbo a la sala dónde me solía poner a dibujar, la más espaciosa tras la sala de estar de la planta baja. Observé los lienzos que tenía terminados… Eran un total de nueve. Me sorprendí de tener tantos.

-Hay que ver… esto de depender de que te llamen da mucho tiempo libre…

-¿Al final en qué ha quedado, señorita?- Me sorprendí, no me esperaba que llegase sin avisar, iba secando un vaso, con una sonrisa y gran alegría en la cara.

-Tengo que hacer un par más antes del viernes…

-¿Quiere que le ayude?

-No es necesario, anuque… Bueno si necesito algo te lo haré saber.

Movía con cuidado las telas que tapaban los lienzos, los apilé en una pared y los ordené un poco por temática.

-No debería esconder esos cuadros son realmente buenos.

-No es por eso, el sol daña… ¿Los has visto?- me giré de repente hacia él muy sorprendida y sentía que unos calores se apoderaban de mí.

-Sí, bueno mientras limpiaba la habitación una de las telas cayó y lo vi. Era su hermana, su novio y ese perro.

-No digas “ese perro” ya me quedó claro que no te gustaban, yo le tengo cariño y sabes que el perro no causa ningún problema.

-Lo siento, señorita.

-En fin… tendré que pensar en algo mañana para hacer los dos que me faltan… Por cierto Sebastian, recuérdame que el martes llame a Claudia, tengo que hablar con ella para ver que día vamos a montar, y que el lunes se lo diga al director.

-Por supuesto. ¿Algo más?

-No.

-Vaya a lavarse los dientes y acuéstese, es tarde.

-Cada día te pareces más a mi madre, Sebastian…- dije entre dientes y en un susurro. No dijo nada, simplemente sonrió, como siempre que le decía lo mismo, mientras se alejaba pensaba en lo mismo. "Es un demonio, Karen… Es un demonio endemoniadamente sexy… Pero un demonio a fin de cuentas…"