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martes, 26 de julio de 2011

Kuroshitsuji XII



Y a la mañana siguiente me levantó a las 9.30, preparó el desayuno y me lo sirvió en cuanto bajé; sin errores, como le había dicho. Vi que la mochila estaba a un lado de la puerta, a reventar. Me había dejado un bolso bastante grande, seguramente con la merienda, y posiblemente mi cartera y documentación y las cosas que solía llevar en el bolso. Me quedé unos minutos después de desayunar viendo las noticias hasta que me llamó diciéndome que llegaría tarde, cogió las llaves del coche y se fue hacia el garaje…

Cuando llegamos a la puerta todos estaban reunidos allí, pero fuera. Me acerqué mientras Sebastian abría el maletero y sacaba la mochila con los trajes, me acerqué y pregunté qué pasaba.

-Parece que Max no ha llegado aun…- El director de nuevo llegando tarde… era él quien siempre quería todo perfecto. Sebastian dejó la mochila en el suelo a mi lado y se quedó a mi lado.

-¿Quiere que vaya a buscarlo?- me susurró Sebastian al oído.

-No, vendrá pronto. Siempre hace lo mismo.-hice una pausa y me giré hacia él- Ya puedes volver a casa Sebastian.

-Esa mochila pesa mucho señorita, permíteme que la entre.

Todas las chicas de la compañía me pidieron que lo dejara, simplemente por que eso también les permitía verlo durante unos segundos más. Cuando dejó aquello Max lo miró de arriba abajo. Y le dijo que podría ofrecerle un buen trabajo y papeles, y que con su porte y físico podría llegar muy lejos. Todo eso mientras los demás nos poníamos cómodos para el ensayo. Joe, el actor que compartía protagonismo conmigo me miró y me preguntó tímidamente de qué lo conocía.

-Trabaja para mí… -le dije con gesto cansado y mirando aquella situación, esperando una reacción que me dijera que Sebastian seguía interesado en el trato que hicimos.

-Lo siento pero ahora mismo no me interesa.-me dedicó una mirada complaciendo mi pequeña duda, me impulsé para erguirme y sibí al escenario.

-¿Cogiste la entrada de mi mochila?- me respondió afirmativamente y se despidió al tiempo que yo levantaba la mano y la movía hacia los lados débilmente.

Una avalancha de quejas por mi descuidado trato con ese hombre me empezó a molestar, seguramente Sebastian se estaba riendo desde fuera con todo aquello; asique me giré y les miré de manera indiferente.

-Si le trato así es por que él lo quiere- Todas me miraron de manera muy extraña y una de ellas me preguntó si acaso era masoca o le gustaba sentirse por debajo de los demás… me quedé en silencio pensando por un momento…- Pues creo que no…- sentí como un calor extraño me invadía asique me giré rápidamente y me quedé esperando en el escenario a que todo empezara.

Pero sabía que aquellas palabras de alguna manera le dolerían a Joe. Él se esforzaba por ser amable con todas por igual, se llevaba bien con todo el mundo, pero todas sabían yo le gustaba. Incluso yo lo sabía. Sebastian estaría riéndose de mí toda la eternidad.

Paramos para comer, y tras el último ensayo de la tarde, que fue muy rápido, los nervios aumentaron cuando la gente empezó a maquillarse y vestirse. Cuando todos estábamos listos me quedé en las escaleras del escenario, tal dónde debía estar, de pronto todas se pelearon por colocar a Sebastian en un buen sitio… Me acerqué a él, aunque no debía.

-Permítame que sea yo quien lo acompañe…- le dije inclinándome ante él.-Permítame ver su entrada, por favor- me cedió la entrada y lo acompañé a su lugar.- Me fui hacia las demás- Señoritas compórtense… la obra está apunto de empezar.

Parecían estar encantadas sólo por haberlo tocado o intercambiar algunas palabras, volvía a mi sitio y segundos después empezó la obra.

“Una heroína oculta en las sobras de la realeza contra los hombres que se aprovechaban de ellas, hasta que uno de esos hombres debía ser mi prometido, me negué, me escapé y sólo gracias a la tremenda interpretación de un príncipe azul que vino a rescatarme para batirse en duelo y ganar, puesto que mi identidad corría peligro, me saló del tirano”. Historias así ya no se veían en los teatros, pero a nuestro director siempre le gustaban las obras ambientadas en el s.XVI hasta el XIII. Fue un éxito.

Tras cambiarnos se nos dio el horario del siguiente mes de actuaciones. Tal como me había dicho el viernes no había obra. Me pregunté por qué tenía tantas ganas de ir a esa fiesta, y después vinieron todas las dudas que tenía… Supongo que no había un motivo exacto simplemente sentía que si iba, aprendería muchas cosas, para bien o para mal, de dónde me había metido por hacer ese trato con un demonio.

Nos quedamos un buen rato en el escenario tras la obra para hablar sobre la actuación. Sebastian estaba en una esquina esperando a que terminara para salir; sentía cómo me miraba, mi comportamiento, si relación con los demás, mi sonrisa, mi alegría al estar con aquellas personas. ¿Podría sentir también como me sentía? Las chicas lo llamaron para que se acercara y le pidieron su dirección o su número de teléfono, si estaba soltero, comprometido… Me quedé con los chicos mirándolas.

-Desde luego tienen buen gusto. ¿De qué lo conoces?- ¿Cuantas veces iban a preguntarme eso?

No respondí. Sebastian respondió por mí y creo un ambiente muy… desagradable para mí.

-¿Vi-vives con él?- me preguntaron todos.

-Está bien así, de otro modo no podría trabajar adecuadamente para ella. Además me temo que debemos irnos una visita inesperada está llegando y no creo que debamos dejarlo en casa sólo, podría destrozarla, otra vez.

-¿Otra vez…?- Me cogió la mochila y me llevó hasta el coche, me despedí de todos con una sonrisa y me gritaron que lo llevara más a menudo.

-De ninguna manera, solamente os distraería.- les dije mientras me despedía con la mano y les sonreía.

De camino a casa él me dijo mucho halagos, he incluso le permití que me dijera algunos errores, una crítica constructiva siempre staba bien. Pero sentía que no le hacía caso, que simplemente escuchaba su voz y eso me bastaba. Él me había visto mentir de aquella manera a mis amigos, a mis compañeros, fingir sobre que no pasaba nada, que podíamos ser tal para cual; y no era así.

-No debería preocuparse por eso, no soy del tipo de persona que dice algo como esto, pero, usted no se da cuenta que es usted misma siempre, incluso cuando actúa su personalidad sigue estando muy presente en el escenario.

-¿Eso es bueno o malo?- entendía su razonamiento, y supongo que quise creer que era cierto.

-Depende.

Después no me dijo nada más, aquellas palabras se repetían en mi cabeza, y cuando llegué a casa vi aquella cabellera roja. Y me sentí de golpe treinta veces más cansadas, a la par vi que Kuro salía de detrás del mueble de la tele.

-¿Sebastian puedes mirar si ha escondido algo por ahí detrás?- dije mientras lo cogía y me iba  ver su plato con la comida.- Y ten cuidado… hay millones de cables enredados…

-Si me dejara echar un vistazo por detrás resolvería ESE problema.- Sentía que los calores volvían, y vi que a Grell y a mí se nos caía un hilo de sangre por la nariz… él me miró y yo lo miré…- ¿Qué están pensando los dos?

-Nada. Dijimos a unísono.

-… Están mintiendo verdad Grell-san- se acercó provocativamente a él.

-Sebas-chan está bien que hagamos esto delante de ella.

-No os cortéis, después de ver ese beso me pregunto si eres capaz de hacer algo más…- le dije mientras mimaba a Kuro. Sebastian me miró con infinito odio y Grell empezó a quejarse y a seguir con el juego de Sebastian, que él cortó en seguida. Me reí de la situación. Me puse el pijama y bajé para decirle a Grell que la respuesta era sí. Iría a esa fiesta y no había más que decir. Él desapareció de nuevo, me impactó de nuevo, pero me iba acostumbrando.

Tal como pensaba Kuro había escondido comida. Sebastian se me quedó mirando tras acabar con su tarea y se sentó frente a mí en la mesa.

-Tú estarás allí, estoy siendo yo misma, además no tienes ni voz y voto para decidir mis acciones. Nunca te has metido en ninguna de las decisiones aunque sabía que no te gustaran, ¿por qué ahora de repente eres tan protector? La excusa de mi alma no cuela más.- intenté que entendiera mi punto de vista

Pero no me respondió, simplemente se levantó de la mesa y se inclino diciendo que estaba bien, que él lo había intentado, si era lo que quería podía seguir adelante, que no le importaba y que si quería algo más que lo llamara. Me fui a mi habitación y me quedé pensando toda la noche en eso último que había pasado… Bajé las escaleras harta de dar vueltas en la cama, abrí la puerta de su habitación y me senté en el borde de la cama.

-¿Te importa si me quedo esta noche aquí? No puedo dormir- Sin abrir los ojos se hizo a un lado y me dejó pasar sonriendo.

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