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sábado, 13 de agosto de 2011

Kuroshitsuji XV


Aquella voz venía de las escaleras, no podía ser verdad, me negaba a tener eso en mi casa, ¿Qué hacía allí? Es más, cuando miré la sala, estaba llena de gente que no conocía, estaba Grell, estaba otro hombre de traje y gafas y el tipo extravagante de la fiesta, además de Sebastian, el niño repelente y yo.

-¿Se puede saber que hace en mi casa, Sebastian?- le dije mientras me dejaba en el suelo

-Es algo largo de explicar. Cuando la fiesta fue interrumpida por los demonios todo el mundo volvió a sus casas, al mansión desapareció y me ordenó que lo llevara a casa…

No sabía muy bien como digerir lo que me estaba diciendo, eso quería decir que ahora viviría con nosotros, ¿verdad? Estaba molesta, tal como se me había presentado con aquella pequeña conversación y además el echo de que negara a Sebastian ayudarme..

-Veo que me has desobedecido y mientras descansaba la has salvado…- mi mirada se clavó en él.

-Lo siento joven amo, merezco ser castigado…

¿Joven amo? Me lo quedé mirando durante unos instantes, a mí nunca me había llamado joven ama, o algo por el estilo, simplemente señorita… No sé si me dio envidia o aun más rabia por afirmar que era su amo.

-Vaya, vaya esto se va a poner muy interesante ¿verdad Sebas-chan…?

-Deje de llamarse así... ¿Qué hacen todos ustedes aquí?

-Veníamos a hablar con la señorita- El hombre vestido con traje negro y gafas se acercó a mí, de ojos verdes y muy extraños.- Es usted Karen, ¿verdad? Sí no hay duda, ese demonio se metió en nuestro camino y ahora todo está extraño.

-¿Qué?- no tenía idea de lo que me estaban hablando.

-Wil, no creo que éste sea el mejor momento para hablar de eso… su ficha estaba extraña deberías a haber notado algo raro e imaginarte que algo así pasaría, no había hora determinada.

-¿Hora determinada? ¿De qué estáis hablando Grell?

-Hola, señorita- aquella voz de nuevo, tan extraña, como rasgada, como si cada palabra fuera quizá la última, esa voz grave y rasgada…  ¿Quién era?- Me alegra mucho que esté bien, ¿verdad Conde? Sería un problema y ella desaparece sin más. Pobre mayordomo…- se rió después de eso…

-Voy a ducharme en un momento, prepárame un té y después aclararemos unas cuantas cosas…

-En seguida.

-Supongo que… Podéis poneos cómodos, estáis en casa… enseguida bajo…- Subí aquellas escaleras y me cogí el pijama, me di una ducha para quitarme el olor a humo y olvidar todo lo que me había tocado y tras lavé la cara después me desmaquillé un poco y bajé.

-El té está listo.

-Gracias, ¿Kuro tiene agua? Está lamiendo otra vez la botella del suelo…

-Ahora mismo le pongo más agua, los asientos están cogidos ¿Quiere una silla?

-Sí,- hice una pausa esperando a que la llevase y me senté frente al sillón grande dándonos todos las caras.- Tengo varias preguntas… Primero ¿Qué son…?

-Quién ha dicho que tiene permiso para hablar, aquí la única que no pinta nada es usted.

-Si no te callas te enviaré a tu cuarto castigado, niño.- lo miré con tremendo odio y mucha superioridad, en ese momento sus ojos se iluminaron y debí entenderlo como una amenaza, pero simplemente relajé mi rostro- Asique tu también eres un demonio… ¿No se supone que debiste haberte comido su alma antes?

-Hubo una serie de complicaciones y acabó así.- Se apoyó en el respaldo de mi silla mi me miró desde arriba

-Qué mala suerte ¿no?- bebí un poco del té- Como iba diciendo, y si el pequeño conde me lo permite, ¿Qué son los shinigamis? Esos demonios lo mencionaron.

-Los Shinigamis somos los Dioses se la muerte, somos aquellos que recogemos las almas de los que deben morir- dijo Grell

-Sí, su alma debería estar con las demás desde aquella noche que la atacó ese hombre la noche que ése demonio apareció y la salvó.

Aquello fue como una patada en la cara, muy desagradable y algo que no te esperas, me cortó de golpe el trago del té y miré hacia Sebastian desde abajo.

-Pues muchas gracias Sebas-chan… - le dije con una sonrisa y verdaderamente agradecida.

-¿Se-sebas-chan? Por favor señorita no empiece usted también con eso… Además yo sólo salvé lo que me pertenecía Señorita; su alma.

-Qué cruel que eres… "Sebas-chan" es tu castigo por hacerme esperar tanto… Casi me muero otra vez ahí dentro… Otra cosa ¿quiénes sois vosotros? Quiero decir, por lo que habéis dicho supongo que tanto Grell como Will sois Shinigamis, pero… ¿él?, por cierto ¿cual es tu nombre?- le dije de nuevo indiferentemente dirigiéndome al niño demonio.

-Mi nombre es Ciel Phantomhive, y para ti soy un conde.

-Pero estás muerto… O sea eres un demonio… ¿Cuánto tiempo llevas así?

-Desde 1889. Y por cierto, no soy un niño, soy un adulto. El cabeza de los Phantomhive y el único que queda con vida

-¿13 años? Sebastian eres un pervertido…

-Usted no está en posición de decir eso tampoco, además yo no hice nada.- Aquella primera parte me dejó helada en la silla, de pronto quería morir de vergüenza y desaparecer, pero me relajé cuando continuó hablando. Después noté como inclinaba mi cuello para ver si había algo en mi cuello.

-¿Qué pasa?

-Nada, todo está bien. Joven amo, el gato es su animal de compañía y dudo mucho que la alergia le afecte ahora- estaba sonriendo mucho, como solía hacer cuando tenía la razón y todas las de ganar

-No se preocupe por mí, Señorita, yo no le haré nada, está en una posición muy divertida, no voy a perderme esto, además el conde también ha sido siempre muy divertido, ese mayordomo tiene buen gusto. Puede llamarme Undertaker.

-¿Te dedicas a hacer autopsias y enterrar gente?- le dije con desconfianza. Me sentía algo incómoda al saber eso y ver como él se llevaba un dedo a la boca y sonreía apaciblemente como si aquello le excitara un montón.

Después de estar allí un rato y hablar un poco más con todos llegué a la conclusión que Grell estaba en un mar de amor entre Sebastian y Will, incluso con Undertaker… Acabé riéndome después de haber tenido aquella noche tan desastrosa y me di cuenta que mi cuerpo estaba de verdad muy cansado. Me fui a dormir, cuando Sebastian me detuvo en la escalera.

-Señorita he preparado su habitación para el joven amo, quédese en mi habitación si no le importa.

-Esta bien…- dije resignada, no tenía ganas de discutir, dejé la puerta mínimamente abierta y oí un poco aquella continuación de la conversación sin mí.

-¿Por qué salvaste a alguien como ella, Sebastian?
-Me recordó a usted, Bocchan. Estaba indefensa y me llamó la atención, no imaginé que me encontraría con demonios.

-Ella es interesante, se parece a usted Conde, pero sigue siendo una mujer con esas dos caras, la que es capaz de dominar a un demonio, y la joven que disfruta de su vida. Ella mantendrá su alma intacta hasta el día en que ese demonio la reclame…- volvió a reírse- ¿No lo cree así mayordomo?

-Exactamente… Su alma es bastante preciada para mí

-Aun así, ¿qué clase de trato hiciste con ella? Y no sólo eso, sigo esperado una explicación del por qué no….

Sólo pude entender a duras penas hasta ahí, después de aquello todo desapareció. Más adelante sentí la presencia de alguien en el cuarto y como suevamente intentaba  moverme hacia un lado de la cama mientras muy despacio me hablaba con cariño, ¿Sebas… tian? Creí sentir un beso en la mejilla y una leve sonrisa…

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