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jueves, 6 de mayo de 2010

Tú y yo somos iguales



Dante había llegado tarde aquella noche; estaba cansado de su trabajo y empapado por la tormenta que se había desatado, para colmo últimamente no dormía bien. Las noches habían sido tan desagradables como aquella tormenta...

Entró en el local… se quitó la gabardina, la dejó de mala manera sobre el perchero… si es que llegó a colgarse en él, subió las escaleras, y por primera vez en bastante tiempo se tiró en la cama y se quedó profundamente dormido…
-Dante… ayúdame…
-Verg… espera… ¿dónde… dónde estás? No me dejes… vuelve…
-Lo siento Dante…
Dante se despertó de golpe y miró hacia la ventana… seguía lloviendo…
-Otra vez esa pesadilla…- se decía para si mismo, tras erguirse y apoyarse en la pared, mirando hacia fuera y con una pierna doblada en la que apoyaba su brazo y la otra estirada, pero sin tensión alguna en ella… Pensaba y recordaba de nuevo cada detalle de aquella pesadilla junto con las anteriores…
Apoyó la cabeza sobre la pared… y miró de nuevo cómo caía la lluvia, simplemente no quería volver a dormirse… Esas pesadillas… Aún no lo podía olvidar. La perdida de Dante era demasiado grande como para olvidarlo en algunas semanas… meses… Lo que fuera… Dante aún no había olvidado el efecto de la aparición de su hermano… Aquel impacto al verlo después de tanto tiempo y cómo tan pronto aquel encuentro terminó…
Después de tanto tiempo… Dante sintió como una lágrima aún podía salir fácilmente de sus ojos recordando aquello… y cómo aquella estúpida frase dejaba de tener sentido… “Los demonios no lloran” ¿Qué clase de estupidez era esa…? Una leve sonrisa se dibujó en su rostro a la vez que terminaba de caer aquella desafiante lagrimilla…
Cuando el sol asomaba por el horizonte y empezaba a aclarar el cielo, Dante bajó de nuevo a acicalarse un poco después de aquella noche de caza y se sentó en aquella silla esperando a que alguien reclamase de su ayuda, de algún trabajo… de lo que fuera, todo menos quedarse dormido y aburrido una vez más… Aquellas imágenes llegaban a ser tortuosas…
Pero, así fue el transcurro del día… Nada de trabajo… nada de dinero… y unas cuantas pizzas más para la lista de deudas del dueño del Devil May Cry que aumentaba considerablemente a lo largo de los días…
Sin quererlo Dante volvió a caer dormido con una revista sobre la cara y de nuevo aquellas pesadillas, tan intensas, tan reales…
Estaba en la boca del infierno, frente a frente de nuevo con su hermano.
-Vergil…
-Necesito más poder, Dante… y lo conseguiré
-¡Vergil…!
Dante no podía decir otra cosa, volver a vivir aquello lo destrozaba, tuvo el valor de poder mirarlo a la cara y desafiarlo de nuevo, volver a darle otros argumentos para que dejase esa estúpida idea… De nuevo Vergil se dejó caer por aquel foso sin fondo…
-¿Por qué?- pensaba Dante mientras se abalanzaba a toda prisa mientras veía como su hermano descendía… -Cada sueño… parece más real que el anterior… puedo sentir como la sangre de mi mano se desliza por mi piel… Vergil… te necesito conmigo…- Dante se quedaba parado por un momento antes de ascender del infierno y subir al mundo humano, mirando hacia dónde su hermano había caído y pronunciando aquellas últimas palabras. Sabía que después de aquello iba a despertar.
No se acordaba que aún era de día y que sólo se había quedado durmiendo otra vez… Se quitó la revista de la cara y fue a lavarse la cara al aseo un momento. Mientras tanto, oyó un ruido algo alarmante que venía del piso superior, Cogió ambas pistolas y subió. Cuando pudo por fin abrir la puerta, se encontró con un hombre tirado en el suelo, bastante mal herido y con un leve latido que confirmaba que por lo menos seguía con vida. Dante lo levantó para ponerlo sobre la cama preguntándose cómo había podido llegar hasta allí. Cuando lo dejó sobre la cama… no vió más que su simple reflejo en aquel rostro. Se giró y encontró a Yamato a pocos centímetros de dónde había recogido aquel cuerpo. Vergil, de alguna manera que no conseguía entender, había vuelto… pero… ¿con qué propósito?
Dante se quedó cuidando de su hermano hasta que despertó al día siguiente. Por primera vez agradeció que su trabajo no fuera tan demandado como quisiera.
Cuando despertó, Dante subía con algo de pizza y algún que otro refresco. La sorpresa que se llevó al ver a su hermano sentado sobre la cama, lo alegró a la vez que lo hizo ponerse alerta.
-¿Qué haces aquí, Vergil…?- dijo Dante intentando mantener un tono desafiante y despreocupado
-…- Lo miraba atentamente- ¿Dónde estoy?
-En el mundo humano… ¿Por qué has venido…?-Vergil recordó aquella pelea con el rey del infierno y por un momento se estremeció llevándose las manos a la cabeza.
-Reté a Mundus… Pensé que podría derrotarlo, padre pudo con él… yo también debería poder hacerlo…pero no fue así… Sólo recordar aquella batalla…
-Sigo sin entender que haces aquí cuando tú mismo ya intentaste destruir este mundo…
-No… no sabía…- Vergil estaba asustado y no sabía dónde ir, Mundus estaría deseando encontrarlo y matarlo, había escapado por los pelos y no sabía cuánto tiempo más podía estar oculto en ese lugar.- Dante… no fui lo bastante fuerte para derrotarlo, me está buscando…
-¿¡Qué!? ¿Y cómo se te ocurre atraerlo hasta aquí?- dijo Dante cogiéndolo por la camisa de tirante ancho azul marino, casi negra, característica de Vergil…
-No sabía adónde más ir… su poder es muy grande- Vergil agachaba la cabeza intentando no mirar a su hermano a los ojos, sentía vergüenza y deshonor por haber perdido dos veces seguidas… Pero… de alguna manera, estaba en casa.
Dante miró a su hermano con aquel aspecto tan deplorable y lamentable que tenía, derrotado, frustrado… y quizá asustado. Por algún instinto que Dante o llegó a comprender, sus brazos rodearon el cuerpo de su hermano proporcionándole calor y seguridad. Vergil sorprendido de sentir por primera vez aquel calor después de mucho tiempo imitó a su hermano y lo abrazó también, sin embargo… Algo, algo dentro de Vergil pedía más, más calor, más… seguridad… Vergil instintivamente le susurró a Dante un “te quiero” tan cariñoso como provocador. Dante se sonrojó un poco e intentó separarse de su hermano. Cosa que el mayor no permitió.
-Dante… a pesar de todo lo que nos ha pasado… Yo nunca dejé de quererte…
-¿Qué estás diciendo?- Dante se estaba poniendo muy nervioso, su hermano cariñoso?, ese no podía ser Vergil.- Déjame tengo hambre y…
Vergil silenció a su hermano de la manera más “oportuna”. A pesar de seguir rodeado por un brazo de su hermano, Vergil cogió su rostro con el otro y lo acercó notablemente a él. Dante estaba cada vez más nervioso y no sabía ni los propósitos de Vergil ni que era exactamente lo que pasaba en ese momento. Dante enmudeció no solo por el acto de su hermano sino porque éste, metió con todo su deseo su lengua en la boca de su hermano, buscando de este modo calmar aquel deseo de calor que Vergil sentía
-Estas loco!?- Dante le propinó un empujón alejándose todo lo posible de él.
-Aún así… No me lo has negado… He podido sentir como por unos segundos tu lengua a rozado la mía…
-Estaba intentando hablar, es normal que…
-Mientes, Dante, acabarás afirmando que me amas de la misma maneras que afirmaste que eres hijo de Sparda…
-Cállate, eso no tiene nada que ver…- Dante estaba muy inquieto, deseaba salir de aquella habitación, sin embargo su hermano cerró la puerta tras el comenzar a abrirla y Dante sintió como el aliento de su hermano estaba justamente tras él, tan cerca… provocándole tanto de alguna manera…
-No sabes negarte Dante, el deseo humano te puede en este momento, no conoces el amor de los humanos, y eso te hace pensar que me amas como padre amaba a madre…, no es así, hermano?
-Y que hay de ti Vergil?... A caso no estás describiéndote a ti mismo también?- Vergil tras oír esto cogió la cadera izquierda de su hermano con la mano derecha y lo volteó bruscamente y acercándose más aún.
-Y qué si así fuera…? Vas a ser tu quien me detenga…? Yo creo que no…
Vergil comenzó a besar el cuello de Dante y a tocarlo con ambas manos, Dante se repetía en la cabeza que aquello estaba mal, que no podía ser, era su hermano, su hermano gemelo… Ordenó que su cuerpo reaccionara, pero no lo hacía. Sus manos se colaron entre el pecho de su hermano y le quitó aquella camisa que llevaba dejando a ambos descamisados, uno en frente del otro…
-Tomaré esto como una afirmación… Dante.- Vergil besó de nuevo los labios de su hermano e hizo una breve pausa para pasar a susurrarle algo al oído. Dante consiguió oírlo entre los gemidos que él estaba empezando a soltar; su respiración se aceleraba, su corazón latía más fuerte… en ninguna de las peleas que había tenido se había sentido igual… ¿Qué era aquello que sentía…?
Vergil tomó la iniciativa e introdujo su mano por el pantalón de su hermano, y empezó a jugar con él, provocando a ambos aún más. Dante estaba totalmente perdido en las manos de su hermano y su cuerpo no reaccionaba para librarse de él, al contrario, su mente le hacía recordar que estaba vivo, que estaba vivo y estaba con él… eso era más que suficiente. Lo único que el cuerpo de Dante hacía era dejarse llevar por su hermano, se acercó para besarlo y aprovechó para desabrochar el pantalón de Vergil; mientras el mayor introdujo el primer dedo en él.
-Vergil… no te vayas… - susurraba Dante entre el sueño y la realidad.
-No voy a irme, Dante… no sin antes acabar lo que empezado.
Vergil también aprovechó para terminar de desnudar a su hermano y a él mismo, Dante, por alguna razón se giró, y se quedó mirando a la puerta, acción que el mayor aprovechó para lentamente penetrar su hermano y después seguir con aquellas dolorosas y excitantes embestidas, Vergil no solo se conformaba con eso, si no que además quería que su hermano sintiera todo lo que pudiese… con una mano masturbaba a Dante el cual aumentó el volumen de sus gemidos y la excitación de ambos, su boca besaba el cuello de Dante y con la otra manos acariciaba el cuerpo y pecho del menor.
Los gemidos de Dante eran una señal que Vergil podía interpretar claramente, buena o mala aquella situación, a ambos le era cómo mínimo excitante y provocadora. Hermanos gemelos idénticos… Vergil estaba llegando al punto en que todo aquello lo estaba colmando. No solo aceleró sus embestidas si no también el ritmo de masturbación de su hermano.
Aquello estaba punto de acabar.
Dante simplemente intentaba girar la cabeza y ver de nuevo el rostro de su hermano, Vergil dejó de besar y morder su cuello para atender los deseos de Dante.
-Dante…
-Voy a… - Aquello fue lo último que pudo decir Dante antes de terminar y notar como su hermano cesaba también en aquellas embestidas. Vergil abrazó a su hermano con fuerza. Lo besó, acarició su rostro, besó por última vez sus labios.
-No te vayas…
-Cómo bien sabes quedarme aquí significaría poner de nuevo en peligro esto… Pase lo que pase, Dante; no olvides que te quiero…- Vergil le propino un golpe a Dante dejándolo inconsciente. –Perdóname por todo… Ya no volverás a tener pesadillas nunca más…
Cuando Dante volvió a despertarse estaba tumbado en la cama, arropado, acababa de despertarse de un sueño en el que no había tenido pesadillas…
-Vergil… -Miró a todos lados de la habitación, pero su hermano se había marchado… - Por qué, ¿¡por qué siempre hace lo mismo?!- Dante propino un buen golpe a la pared, se encogió de rodillas y se quedó pensando en aquello que le había dicho su hermano…
Vergil había conseguido volver al infierno. Como era de esperar, Mundus lo había estado buscando, era un malgasto de energía oponerse a su voluntad después de haber sido derrotado, aun que en ningún momento dudó en hacerlo; además, aquella visita a Dante lo había agotado de alguna manera, Mundus lo atacó, Vergil se sintió de nuevo poseído por aquella fría soledad que de alguna manera ahora detestaba y que en el pasado había aprendido a amar…
-Dante… tú y yo no somos tan diferentes a fin de cuentas…
Dante pudo oír en su mente aquellas palabras que su hermano le había dicho antes y cómo un hilo de voz y un presentimiento le decían que aquello no se había acabado… Volvería a verlo, a sentir esa frialdad y crueldad con la que su hermano había crecido… Volvería a encontrarse con un viejo conocido de él mismo…

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